La Batalla de Grim Batol – El Día del Dragón
En las vastas montañas de Khaz
Modan hay una antigua ciudad enana llamada Grim Batol. Dicen algunos que una
vez perteneció a uno de los altos reyes Wildhammers, pero que hubo una gran
guerra contra una poderosa hechicera, y ahora la ciudadela y la fortaleza están
embrujadas. Criaturas malignas de repulsivas formas se mueven entre los oscuros
rincones de la abandonada ciudad. Sin embargo, sin conocerlo previamente la
Alianza, una gran fuerza de orcos continúa merodeando libre entre las montañas.
El clan Dragonmaw, liderado por un infame brujo orco llamado Nekros Triturador
de Cráneos, uno de los pocos brujos orcos que no pertenecían al Concejo de las
Sombras. Nekros se consideraba más un guerrero que un mago, pero la necesidad
de deberse a su clan le había obligado a tomar el reto, más cuando durante la
Segunda Guerra un caballero le cortó una pierna.
Durante la ocupación de Khaz
Modan por la Horda, en medio de la Segunda Guerra, en la profundidad de una de
las excavaciones de los enanos, los orcos encontraron un poderoso y ancestral
artefacto mágico que tenía el poder de controlar a los dragones. Ante tal
descubrimiento, Blackhand el Destructor encontró la manera de obligar a una
enorme dragona roja a mandar a sus hijos a pelear por la Horda. Esta dragona no
era otra que la ancestral Alexstrasza, la Protectora de la Vida, la Reina de
los Dragones. Zuluhed, líder de los Dragonmaw, encomendó a Nekros la vigilancia
de este artefacto, llamado Alma de Dragón, y de la dragona cautiva, en la
abandonada – algunos llaman maldita - fortaleza de Grim Batol. Utilizando el
Alma de Dragón, Nekros inflingía un profundo dolor a su prisionera cuando ésta
no cooperaba, obligándola a poner huevos. Nekros continuamente abusaba de ella,
mental y físicamente, especialmente luego de la Segunda Guerra, cuando la
poderosa dragona se convirtió en la única arma verdadera de la Horda en contra
de la Alianza. Ella se consolaba con el hecho de que, cuando muriera, sus niños
ya no tendrían que obedecer al brujo. De esta manera, Nekros, luego de la
derrota de la Horda y la muerte de su jefe Zuluhed, se disponía a crear un
nuevo ejército con el cual barrer a los humanos.
Sin embargo, Korialstrasz, el
legendario dragón rojo amante de Alexstrasza, hacía ingentes esfuerzos por
liberar a su amada. Utilizando sus místicos poderes, el Dragón logró poseer el
cuerpo de un noble humano llamado Krasus y se infiltró dentro del Kirin Tor, el
enigmático concejo de magos que gobierna Dalaran, y continuamente usaba su
posición para abogar por la liberación de su Reina. Finalmente, al finalizar la
Segunda Guerra, el Kirin Tor decidió mandar a uno de sus agentes, el joven mago
Rhonin, llamado el Inconforme, a una misión de exploración a Khaz Modan, pero Korialstrasz,
aprovechándose de la situación, secretamente le dio otra misión a Rhonin:
liberar a Alexstrasza. Rhonin era un mago que, durante la Segunda Guerra,
accidentalmente asesinó a los guerreros que conformaban su escuadrón, al tratar
de ejecutar un peligroso hechizo como parte de su misión. Por esta atrocidad,
fue puesto a prueba por el Kirin Tor al enviarlo a Khaz Modan. Krasus, sin
embargo, tenía otros planes para él. Enviándolo a Grim Batol, Korialstrasz
ordenó a Rhonin liberar a la Reina de los Dragones. Para ayudarlo en su misión,
el Dragón envió a Vereesa Windrunner, una Ranger alta elfa, hermana menor de la
legendaria Alleria Windrunner, a escoltarlo hasta el puerto de Hasic.
Durante el trayecto, se
encontraron con un grupo de paladines de la Orden de la Mano de Plata,
liderados por Duncan Senturus, quien también había luchado en la Segunda
Guerra. Prendado de la belleza de Vereesa, Senturus decidió escoltarlos hacia
Hasic, sin embargo, fueron emboscados por dragones rojos controlados por los
orcos. Duncan, mediante un ágil movimiento, logró subir al cuello de uno de los
dragones, y luego de apuñalar al orco que lo montaba, entabló una feroz lucha
con la bestia. Finalmente, logró matarlo, pero sus heridas eran tan graves que
murió en el sitio.
Luego de honrar su memoria, los
viajeros continuaron adelante. Vereesa tuvo que defender a Rhonin de las
acusaciones de los paladines, que habían sido testigos del terrible “crimen”
del mago. Al llegar a Hasic, el puerto entero había sido reducido a ruinas. El
único defensor en sobrevivir fue Falstad Dragonreaver, un enano del Clan
Wildhammer de Aerie Peak, quien era jinete de grifos. Muertos sus compañeros durante
un combate con los dragones, decidió acompañar a Rhonin y Vereesa cuando estos
decidieron cruzar el Gran Mar hacia Khaz Modan y dirigirse a Grim Batol. Sin
embargo, había una historia oculta que Rhonin y Vereesa no conocían.
Neltharion el Dragón Negro, el
Guardián de la Tierra, quien durante la Guerra de los Ancestros había
enloquecido, era el verdadero instigador del conflicto. Diez mil años antes,
durante la Batalla del Templo de Azshara, Neltharion se había corrompido por la
magia maligna de los dioses antiguos, y había abandonado a sus camaradas en
plena batalla. Mediante un formidable engaño, Neltharion había logrado que los
otros Cuatro Aspectos, los dragones protectores de Azeroth, cedieran parte de
su poder al poderoso artefacto Alma de Dragón (llamado así por poseer parte de
las almas de los aspectos), como prevención para un futuro ataque de la Legión.
Esto permitió que Ala de la Muerte (como se haría llamar el Dragón Negro) fuera
el más fuerte de todos los dragones, pues fue el único que conservó sus poderes
intactos. Asimismo, Ala de la Muerte se aseguró que los orcos hallaran el Alma
de Dragón, pues sabía que así podrían esclavizar a Alexstrasza. El malévolo
plan del Dragón Negro era subyugar a la dragona para que esta empollara sus huevos
y revivir a la extinta raza de dragones negros. Para esto, Ala de la Muerte
juró lealtad a la Horda, y en retribución, los alquimistas goblin le hicieron
una armadura de escamas de adamantium, con la que el dragón era prácticamente
invencible. Incluso, construyó su propia ciudadela en la Península del
Infierno, cerca del Portal Oscuro. Luego de la Segunda Guerra y la consecuente
derrota de la Horda a manos de la Alianza, Ala de la Muerte se refugió en la
volcánica Blackrock Spire junto a otros dragones rebeldes. Blackrock Spire se
convirtió en un fortín impenetrable para los humanos.
Posteriormente, Neltharion,
usando sus inmensos poderes, logró transmutarse en un humano que se hacía
llamar Lord Prestor. Infiltrándose en la política de la Alianza, Lord Prestor
logró apoderarse del trono de Alterac y penetrar dentro de la familia real de
Lordaeron. Su plan era hacerse con el control de la ciudad estado de Alterac,
la cual había quedado acéfala luego de la derrota de su malvado señor, el Baron
Lord Perenolde, a manos de Uther Lightbringer. Utilizando sus inmensos poderes
mentales, Lord Prestor había logrado ascender hasta los altos puestos de mando
de la Alianza, pudiendo controlar incluso las decisiones del mismo Rey Terenas
y del Kirin Tor, al punto que Terenas le prometió en matrimonio a su hija Calia
Menethil, hermana mayor del joven Príncipe Arthas. Advertido por su sirviente,
el oportunista goblin Kryll, logró enterarse del plan de Korialstrasz, por lo
que, volviendo a su forma de dragón, salió en busca de Rhonin.
Mientras tanto, el noble enano
Falstad transportaba a Rhonin y Vereesa a través del Gran Mar, sobre el lomo
del grifo de Falstad, Molok. Durante el vuelo, fueron nuevamente atacados por
los dragones rojos de los orcos. Sorpresivamente, fueron rescatados por Ala de
la Muerte. Mediante sus artimañas y manipulaciones, Ala de la Muerte secuestró
a Rhonin, pues planeaba utilizarlo para deshacerse de los orcos, y así, el
podría atacar a la dragona fácilmente y robar sus huevos.
Vereesa y Falstad decidieron
rescatar a Rhonin, pero fueron conducidos a una trampa elaborada por Kryll. Un
trío de trolls, al mando del troll tuerto Shnel, emboscó a la elfa y al enano,
pero para su fortuna, fueron rescatados por Rom y su banda de enanos, quienes
habían sido enviados por Korialstrasz para ayudarlos en la batalla que se
avecinaba. Entre tanto, Ala de la Muerte avisó a Nekros del inminente asalto de
Rhonin y sus aliados, y lo convenció de movilizar a Alexstrasza y sus huevos
hacia el despoblado, con el fin de apoderarse de ella más fácilmente. Justo en
ese momento, Rhonin y sus compañeros iniciaban el ataque a Grim Batol.
Aprovechando la confusión, Kryll, quien tenía sus propios planes para el Alma
de Dragón, trató de robar el artefacto, sin embargo, no contaba con que Nekros
había colocado a un enorme Elemental de Fuego para vigilar el Alma de Demonio,
y el desafortunado goblin fue incinerado.
Sin embargo, Neltharion no
contaba con la astucia de Korialstrasz. El Dragón Rojo había recobrado su forma
bestial, y había reunido a los otros Aspectos, Nozdormu y Malygos, para
rescatar a Alexstrasza. Sin embargo, los Aspectos eran demasiado débiles
comparados con Ala de la Muerte, debido a que el Dragón Negro tenía sus poderes
intactos, y además portaba su armadura de adamantium.
Cuando todo parecía perdido,
Rhonin logra derrotar a Nekros y a su Elemental de Fuego utilizando un poderoso
hechizo. Finalmente, el mago logra destruir el Alma de Demonio. Ahora, con sus
poderes completos, los Aspectos logran derrotar a Ala de la Muerte.
Alexstrasza, libre al fin, se reúne con su amado, y decide tomarse su revancha,
reduciendo a cenizas la fortaleza de Grim Batol, con Nekros y su clan Dragonmaw
dentro de ella. Los grandes planes de Nekros para reunificar la Horda bajo su
mando han sido rotos. Los pocos dragones negros sobrevivientes, viendo a su
líder perdido, se alejan hacia una distante tierra, al otro lado del mar, en
busca de la más poderosa hija de Neltharion, Onixia... La derrota del clan
Dragonmaw señala el fin de la Horda y de la furiosa sed de sangre de los orcos.
Kel'thuzad y el Culto de los Malditos
Muchos individuos deseosos de
poder de todo el mundo acudieron al llamado mental del Rey Lich desde
Northrend. El más notable de ellos fue sin embargo un archimago de Dalaran llamado
Kel´thuzad, quién era uno de los miembros más destacados del Kirin Tor, el
concejo que dirigía Dalaran. Era considerado un rebelde por años debido a su
insistencia en estudiar las artes prohibidas de la necromancia. Decidido a
aprender todo lo que pudiera del mundo mágico y sus maravillas sombrías, se
encontraba frustrado por los preceptos faltos de imaginación de sus congéneres.
A penas escuchó el poderoso llamado desde Northrend, el archimago hizo todo lo
posible por entrar en comunión con la poderosa voz. Convencido de que el Kirin
Tor era demasiado esquematizado para obtener el poder y conocimiento inherentes
a las artes oscuras, se resignó a aprender lo que pudiera del inmensamente
poderoso Rey Lich.
Dejando atrás su fortuna y
prestigio político, Kel´thuzad abandonó el Kirin Tor y Dalaran para siempre.
Guiado por la persistente voz del Rey Lich dentro de su cabeza, vendió sus
vastas propiedades y gastó su fortuna. Viajando solo muchas leguas en mar y
tierra, finalmente llegó a las heladas costas de Northrend. Con el propósito de
llegar a Icecrown y ofrecer sus servicios al Rey Lich, el archimago pasó las
salvajes y devastadas ruinas de Azjol-Nerub. Kel’Thuzad pudo observar la
ferocidad del poder del Rey Lich. Empezó a pensar que aliarse con el misterioso
poder del Rey Lich podría ser beneficioso y a la vez muy peligroso.
Luego de largos meses de viajar
por las árticas y desoladas tierras, Kel´thuzad finalmente llegó al oscuro
glaciar de Icecrown. Cuidadosamente se acercó a la ciudadela de Ner´zhul y se
quedó asombrado al observar como los silenciosos guardias muertos vivientes le
dejaron pasar. Kel´thuzad descendió profundamente en la fría tierra y encontró
un camino hacia el corazón del glaciar. Allí, en la profunda caverna de hielo y
sombras, se postró delante del Trono de Hielo y ofreció su alma al oscuro señor
de los muertos. El Rey Lich estaba complacido con su último conscripto. Le
prometió a Kel’Thuzad la inmortalidad y gran poder a cambio de su lealtad y su
obediencia. Hambriento de conocimiento y poder, Kel’Thuzad aceptó su primera
gran misión: regresar al mundo de los hombres y fundar una nueva religión que
adoraría al Rey Lich como un dios. Para ayudar al archimago a cumplir su
misión, Ner´zhul dejó la humanidad de Kel´thuzad intacta. Utilizaría el carisma
del mago y lo cargaría con poderes de ilusión y persuasión, con los que
esperaba convencer a las descomplacidas masas de Lordaeron. Entonces, una vez
lograda su atención, les mostraría un nuevo modelo de sociedad y una nueva
figura a la que llamar rey.
Kel´thuzad volvió a Lordaeron
disfrazado, y durante el transcurso de tres años, usó su fortuna e intelecto
para formar una hermandad clandestina de ilusos hombres y mujeres. La
hermandad, a la cual llamó el Culto de los Condenados, prometió a sus acólitos
igualdad social y vida eterna en Azeroth a cambio de su servicio y obediencia a
Ner´zhul. Con el paso de los meses, Kel´thuzad encontró muchos ansiosos
voluntarios por unirse a su nuevo culto, entre los sobre explotados trabajadores
de Lordaeron. Fue sorprendentemente fácil para Kel´thuzad transferir la fe de
sus ciudadanos de la Santa Luz a la oscura sombra de Ner´zhul.
Con el éxito de Kel´thuzad en
Lordaeron, el Rey Lich empezó sus preparativos finales para su asalto contra la
civilización humana. Colocando las energías de la plaga en un número de
artefactos portatiles llamados calderas de la peste, Ner´zhul ordenó a
Kel´thuzad transportar estos artefactos a Lordaeron, donde los escondería en
varias villa controladas por el Culto. Los artefactos, protegidos por los
leales acólitos, actuarían como generadores de la plaga, diseminándola entre
las desprevenidas granjas y ciudades del norte de Lordaeron.
El plan del Rey Lich trabajaba a
la perfección. Muchos de los ciudadanos de las villas del norte se contaminaron
casi en forma inmediata. Como en Northrend, los ciudadanos que contrajeron la
plaga murieron y revivieron como esclavos del Rey Lich. Los acólitos a la orden
de Kel’thuzad estaban ansiosos de morir y levantarse de nuevo al servicio de su
oscuro señor. Les emocionaba el prospecto de la inmortalidad como muertos
vivientes. Con la diseminación de la plaga, más y más feroces zombis se
levantaban en las tierras del norte. Kel’thuzad observó al creciente ejército
del Rey Lich y le llamó El Azote, porque pronto azotaría las puertas de
Lordaeron y barrería a la humanidad de la faz del mundo.
Una nueva generación
Los años han pasado y una
relativa paz se ha impuesto sobre Lordaeron. El Rey Terenas y el Arzobispo
Alonsus Faol han trabajado concienzudamente en reconstruir el reino y mantener
unida a las naciones restantes de la Alianza. El sureño reino de Azeroth ha
crecido y prosperado nuevamente y ha restablecido su anterior poder militar
bajo el liderazgo del joven y visionario Rey Varian Wrynn IV. Uther el Portador
de la Luz, el comandante supremo de la Orden de los Paladines de la Mano de
Plata, mantiene la paz en Lordaeron acallando las disputas entre civiles y
buscando la alianza de las otras razas semi-humanas del reino. El Almirante
Proudmoore, cuyas poderosas flotas patrullas las líneas de comercio mercante
cazando piratas y merodeadores, mantiene el orden sobre los mares. Pero una
nueva generación de héroes ha capturado la imaginación del populacho.
El único hijo varón del Rey
Terenas, Arthas Menethil, se ha convertido en un fuerte y apuesto joven. El
Príncipe ha sido entrenado como un guerrero por Muradin Bronzebeard – hermano
del rey Magni de Ironforge – y a pesar de su juventud, es considerado uno de
los mejores espadachines de Lordaeron. Cerca de la edad de diecinueve años
Arthas ha ingresado a la Orden de la Mano de Plata bajo el comando de Lord
Uther. El poderoso Uther, quien ha sido como un hermano para el Rey Terenas por
muchos años, considera al Príncipe más un nieto favorito que un pupilo. Aunque
terco y algo arrogante, nadie podía disputar la tenacidad y valentía del
Príncipe Arthas. Cuando las bandas de Trolls de Zul’Aman comenzaron a atacar de
nuevo las fronteras de Quel´thalas, Arthas rápidamente se ha traído abajo las
salvajes bandas y le ha puesto fin a su pillería.
A pesar de su heroísmo, los
ciudadanos de Lordaeron se han obsesionado con la vida personal del joven príncipe.
Rumores acerca de un creciente romance Arthas y Lady Jaina Proudmoore recorren
la superficie del reino. Jaina es la joven hija del Almirante Proudmoore, una
amiga de la infancia de Arthas. Sin embargo, la bella muchacha también es la
pupila estrella del Kirin Tor – el Concejo de Magos de Dalaran. Bajo la tutoría
del reverenciado Archimago Antonidas, Jaina es considerada un prodigio y una
excelente estudiante de la magia y la investigación. Fuera del rigor de sus
deberes, Arthas y Jaina mantienen una cercana relación. Debido a la deteriorada
salud del Rey Terenas, los ciudadanos se encuentran complacidos con imaginar el
casamiento del Príncipe, para continuar la línea real.
Hartos de la atención pública,
Arthas y Jaina cuidan de mantener su relación lo más privada posible. Pero
Jaina, comprometida por sus estudios en Dalaran, sabe que su romance no
prosperará. Sabe que los caminos de la magia son su verdadero llamado y que su
amor es el adquirir conocimiento – no los tramposos aposentos de un trono. Para
frustración de los ciudadanos de Lordaeron, ambos amantes se han apartado para
enfocarse en sus deberes.
Letargo de los orcos
Mientras tanto, en las tierras
devastadas por la guerra, los últimos remanentes de la Horda peleaban por
sobrevivir. Aunque Grom Hellscream y su clan Warsong habían logrado evadir su
captura, Kilrogg Ojo Tuerto y el Clan Bleeding Hollow habían sido capturados y
recluidos en los campos de internamiento de Lordaeron.
Los meses pasaron, y más orcos
eran emboscados y colocados en los campos de internamiento. Cuando los campos
empezaron a sobre-poblarse, la Alianza se vio forzada a construir nuevos campos
en los planos del sur de las Montañas Alterac. Para mantener y suplir
apropiadamente el creciente número de campos, el Rey Terenas impuso un nuevo
impuesto a las naciones de la Alianza. Este impuesto, junto con las crecientes
tensiones políticas sobre los bordes en disputa, creó un sentimiento de gran
disconformidad. El frágil pacto que habían forjado las naciones humanas en su
hora más oscura pendía de un hilo.
Además de esta división política,
muchos de los guardias de los campos comenzaron a dar la noticia de que un
cambio inexplicable se estaba dando en los orcos capturados. Los esfuerzos
orcos por escapar de los campos o incluso sus deseos de pelear entre ellos iban
decreciendo en frecuencia con el tiempo. Los orcos se estaban volviendo cada
vez más somnolientos y letárgicos. Aunque pareciera difícil de creer, los orcos
– una vez la raza más agresiva que jamás se viera sobre Azeroth – habían
perdido completamente su deseo de luchar. El extraño letargo confundió a los
líderes de la Alianza y decidieron estudiarla antes de que los orcos
despertaran de nuevo.
Algunos especulaban que una
extraña enfermedad, contraída solo por orcos, era la causa del creciente
letargo. Pero el anciano Archimago Antonidas de Dalaran, líder del Kirin Tor,
tenía una hipótesis distinta. Recogiendo lo poco que pudo encontrar acerca de
la historia orca, Antonidas aprendió que los orcos habían caído bajo la terrible
influencia del poder demoníaco por generaciones. Especuló que los orcos habían
sido corrompidos por estos poderes mucho antes de su primera invasión sobre
Azeroth. Claramente, los demonios habían contaminado la sangre orca, y los
había convertido en los brutos con sobrenatural fuerza, dureza y agresión.
Antonidas pensaba que el letargo
generalizado de los orcos no era una enfermedad, sino la consecuencia de la
ausencia racial de las volátiles brujerías que los había convertido en osados
guerreros sedientos de sangre. Aunque los síntomas eran claros, Antonidas fue
incapaz de hallar una cura para la presente condición de los orcos. Además,
muchos de sus camaradas magos, de acuerdo con algunos pocos líderes notables de
la Alianza, argumentaron que hallar una cura para los orcos podría ser una
aventura imprudente. La conclusión final de Antonidas fue que los orcos necesitaban
una cura espiritual.
El regreso de la Sombra – Cisma de la Alianza
Han pasado cerca de quince años
de paz, y rumores de guerra comienzan a circular nuevamente. Los agentes del
Rey han reportado que un joven y astuto Señor de la Guerra ha levantado y
guiado a los pocos clanes orcos remanentes dentro de una nueva fuerza
combatiente. El joven Señor de la Guerra ha destruido los campos de internamiento
y ha liberado a su pueblo. La “Nueva Horda”, a su paso, ha atacado la norteña
ciudad de Stratholme en su intento por rescatar a varios guerreros capturados.
La Horda incluso ha destruido Durnholde – el fuerte que se encargaba de la
seguridad de los campos de internamiento – y ha asesinado al oficial mayor a su
cargo. El Rey Terenas ha enviado a Uther y sus paladines en busca del Señor de
la Guerra, pero los astutos orcos no han podido ser hallados. El joven Señor de
la Guerra ha demostrado ser algo más que un genio táctico, y ha logrado evadir
los esfuerzos de Uther por acorralarlo con sus ataques de guerrillas.
En los años siguientes a la
derrota de la Horda, los líderes de varias naciones de la Alianza comenzaron a
discutir acerca de asuntos territoriales y disminución de la influencia
política. El Rey Terenas de Lordaeron, el patrón de la Alianza, comienza a
sospechar que el frágil pacto que han forjado durante su hora más oscura no
duraría por mucho más. Terenas ha convencido a los líderes de la Alianza de
enviar dinero y trabajadores para ayudar a la reconstrucción de la ciudad de
Stormwind, que fue destruida durante la ocupación orca de Azeroth. Estos
impuestos, aunados al gran gasto de mantenimiento y operación de los campos de
internamiento orco, llevaron a muchos líderes (en particular a Genn Greymane,
de Gilneas) a creer que sus reinos estarían mejor fuera de la Alianza. Thoras
Trollbane, por su parte, consideraba a los orcos demasiado peligrosos como para
dejarlos vivos, por lo que propuso la ejecución masiva. Al negarse los otros
líderes a tal solución, el Señor de Stromgarde decide retirar a la ciudad de la
Alianza.
Para empeorar las cosas, los
bruscos Altos Elfos de Silvermoon rescindieron su participación en la Alianza,
argumentando que el pobre liderazgo de los humanos había llevado al incendio de
sus bosques durante la Segunda Guerra. Aunque Terenas tácticamente les recordó
a los elfos que nada de Quel’thalas hubiera quedado sin que cientos de
valerosos humanos no hubieran dado su vida para defenderla, los elfos
decidieron continuar su propio camino.
Aunque la Alianza se
desintegraba, el Rey Terenas aún tenía aliados con los cuales contar. El Almirante
Proudmoore de Kul Tiras y el joven Rey Varian Wrynn de Stomwind continuaron
dentro de la Alianza. Así mismo, los magos del Kirin Tor, liderados por el
Archimago Antonidas, plegaron a Dalaran a sostener las leyes de Terenas. El más
fiel, sin embargo, fue el poderoso rey Magni Barba de Bronce, quien juró que
los enanos de Ironforge tenían una deuda de honor con la Alianza por liberar
Khaz Modan del control de la Horda.
Además de los ataques del nuevo
líder orco, el Rey Terenas se encuentra perturbado por una nueva mala noticia
desde el norte. Rumores de un número creciente de “cultos de la muerte” han
llegado desde las provincias del norte. Los cultos han proliferado entre los
descorazonados e insatisfechos ciudadanos de Lordaeron, ofreciéndoles la “vida
eterna” sobre la tierra en lugar de servir al Rey. Después de muchos años de
paz y quietud, el Rey Terenas reconoció que los problemas solamente inician en
su tierra. Aún así, siente cierta tranquilidad al saber que cada vez que su tierra
ha sido puesta a prueba, sus defensores, nuevos y viejos, han sabido mantenerla
a salvo
La visión de Thrall
El sol cae lentamente sobre el
ocaso. Sobre las tranquilas praderas la brisa mece los últimos remanentes de la
hierba. Una voz, por centurias perdida, danza en el viento. “Tu tiempo se ha
terminado, hijo de Durotan”. De pronto, a lo lejos, una columna de humo,
oscura, cual terrible incertidumbre de la desgracia, se eleva desde el
horizonte, y al son de cientos de pasos que corren presurosos hacia la muerte,
al son de los tambores de guerra que hace siglos hicieron retumbar los
cimientos mismos de la tierra, corren las almas presurosas hacia su destino de
sangre y fuego. Allí, bravía, inmensa, desafiante, como la soñaran los antiguos
Señores de la Guerra, la implacable Horda marcha. “Los gritos de guerra de
nuevo hacen eco en el viento.Los restos del pasado marcan la tierra, que es
asediada una vez mas por conflictos”. Al horizonte la esperanza y la muerte se
dan la mano y se transmutan en el grito de la amargura. Una espada maldita se
levanta y blande el destino de los pueblos. Al son de trompetas, espadas,
escudos, lanzas, estandartes, la Alianza se lanza desesperada a la lucha.
“Héroes se levantarán para desafiar al destino, y llevar a sus hermanos a la
guerra”. El cielo se ha enrojecido, y Thrall, de pie entre sus hermanos, mira
como del cielo descienden en medio de llamas enormes meteoros que evocan un
destino largamente olvidado. “Mientras los ejercitos mortales van ciegamente
hacia su destino, la sombra ardiente viene por nosotros…” Bajo el cielo
lluvioso, una figura se materializa, y señalando al jefe orco le ordena. “¡Tú
deberás conducir a la Horda para cumplir con su destino!”. Repentinamente, todo
es oscuridad. Y en la profundidad del inconsciente, la voz reclama: “Buscame”.
Thrall ha despertado. Un sudor frío corre por su frente. Afuera de su cabaña,
solo se escucha el chapoteo de la lluvia en la oscura noche…
Thrall despierta de su
perturbadora visión para encontrar un cuervo afuera de su madriguera. Para su
sorpresa, el cuervo se ha transformado en un hombre. Aún excitado, Thrall
interroga al humano sobre sus propósitos. Éste le responde que dejo su
humanidad hace mucho tiempo, pero que ahora es algo más. Ha proclamado ser un
Profeta, quien ha de mostrarle el destino de la Horda. Dispuesto a seguirlo, el
Profeta ha anunciado al líder orco el regreso de los demonios, y que Thrall
debe conducir a la Horda hacia el oeste, cruzando el Gran Mar hacia las
ancestrales tierras de un continente llamado Kalimdor. Solamente allí los orcos
podrán prevenir la destrucción que se avecina. Aunque Thrall inicialmente
desconfía de la misión, decide llevarla a cabo.
Tres días después, cerca de la
costa de Lordaeron, los trabajadores de Thrall han construido un campamento
temporal para recibir a los guerreros de los clanes. Sin embargo, se muestra
turbado ante la reciente información que ha recibido. El clan Warsong y su
invencible líder Grom Hellscream han sido capturados y se encuentran en una
base humana de la Alianza cerca del puerto. Los humanos lo incitan a rendirse,
pero las fuerzas de Thrall atacan la base. Destruyendo su resistencia, Thrall y
Grom deciden robar los barcos humanos para viajar hacia el oeste. La Horda,
luego de años sin un hogar, sale en busca de su destino.
El Azote de Lordaeron
“La hoja no solo desgarra la
carne, sino que carcome el alma. El que blanda la hoja, blandirá también una
maldición”
El misterioso Profeta, volando en
forma de cuervo, llega a los cuarteles generales de la Alianza en la Ciudad
Capital de Lordaeron, donde el Rey Terenas y los embajadores de la Alianza
discuten acerca de los recientes levantamientos orcos y la aparición de una
extraña plaga en las tierras del norte. Allí, advierte sobre el peligro de la
inminente invasión demoníaca y urge a la Alianza de viajar hacia el oeste, a
Kalimdor, pero Terenas y el Concejo de la Alianza desacuerdan con él. Desilusionado,
el Profeta parte en busca de algún otro que escuche la advertencia para salvar
a la humanidad.
Varios días después, el Príncipe
Arthas, hijo de Terenas y su heredero al trono de Lordaeron, llega cerca del
sureño poblado de Strahnbrad, enviado para ayudar al legendario Uther el
Portador de la Luz, su maestro, a prevenir el asalto de los Orcos del clan
Blackrock sobre Strahnbrad. Luego de lidiar con los orcos en la villa, Arthas
se entera de que estos han capturado algunos pobladores y los han ejecutado en
una especie de ritual demoníaco.
Treinta minutos después, en la
base de Uther, Arthas descubre que los negociadores de Uther han sido
asesinados por los orcos, por lo que Uther lo asigna para dirigir el ataque
sobre el campamento enemigo, mientras Uther contiene los contraataques. En su
camino hacia la base orca, Arthas se encuentra con una banda de enanos dirigida
por Feranor Steeltoe, una cazador de Dragones Negros, quien se encuentra tras
la pista de un Draco llamado Searinox que habita cerca del área. El corazón de
la bestia posee un encanto mágico que puede beneficiar a su armamento. Arthas
decide matar al dragón y robar su corazón, con el cual Feranor elabora un
poderoso orbe de fuego que mágicamente coloca en el martillo del paladín. Esta
vez, Arthas lanza sus fuerzas contra el campamento Blackrock. Conforme Arthas
se aproxima a la base, el Blademaster del clan Blackrock ejecuta a sus rehenes
con el propósito de conjurar a sus amos demonios. Las fuerzas de la Alianza rápidamente
se deshacen de los orcos, pero Arthas y Uther se encuentran profundamente
preocupados por la ceremonia. Deciden regresar a la Ciudad Capital.
Dos semanas después, en los
jardines de violetas en Dalaran, el gran Archimago Antonidas intercambia
argumentos con el Profeta. Al igual que el rey Terenas, Antonidas rechaza las
advertencias del Profeta, pues no cree la historia de este. Luego de que el
Profeta desaparece en su forma de cuervo, Jaina Proudmoore aparece y se
disculpa por espiar a su maestro y le advierte que ella percivió magia poderosa
en el profeta pero aun así su mentor sigue sin creer las palabras del misterioso
individuo. Antonidas asigna a Jaina investigar acerca de la fuente de la plaga
de las tierras del norte de Lordaeron, y le dice que le ha conseguido un aliado
especial.
Tres días después, Arthas y sus
hombres esperan en el cruzo de caminos de Alterac. Jaina aparece y lucha con un
par de orcos mediante la invocación de un elemental de agua. Después de intercambiar
saludos, ambos héroes acuerdan viajar hacia el norte a lo largo del Camino del
Rey, buscando pistas del origen de la plaga. Llegan a la villa de Brill, donde
son informados de la destrucción del puente que comunica con el otro lado del
pueblo. Dando un rodeo por los vados del río, al norte, se enfrentan con
algunos Murlocs de río y una banda de ladrones Bloodhills, y se dirigen hacia
una fuente mística al oeste. Al acercarse a Brill, encuentran a algunos
soldados luchando contra bandas de esqueletos vivientes. La villa entera ha
enloquecido. Siguiendo hacia el sur, encuentran un granero infectado con la
plaga, bajo el cual la tierra se ha ennegrecido y secado, como si estuviera
muerta. Temiendo que el grano esté infectado, destruyen el granero y se
adentran más en el pueblo, solamente para enfrentarse nuevamente con otros
grupos de esqueletos. Ayudados por un par de sacerdotes Altos Elfos y un equipo
mortero enano, se aproximan hasta el centro de Brill, donde se hallan con un
extraño hechicero vestido de negro, ayudado por algunos acólitos, que se
encuentran cerca de un almacén de granos infectado. Mientras el nigromante
escapa, Arthas y Jaina se enfrentan a los voraces necrófagos, más guerreros
esqueletos y una abominación. Vencidos y destruido el granero, Arthas y Jaina
deciden seguir al hechicero hacia Andorhal y averiguar, de una vez por todas,
el origen de la plaga.
Al aproximarse a Andorhal, al día
siguiente, las tropas de Alianza descubren un campamento de muertos vivientes
en las afueras de la ciudad, por lo que montan asedio al mismo. Una vez dentro
de Andorhal, Arthas se encuentra nuevamente con el nigromante, que no es otro
que Kel’thuzad, quien advierte a los jóvenes acerca del Azote y del Señor del
Terror, Mal’Ganis, comandante del mismo, cuyo propósito es erradicar a todos
los seres vivos de Lordaeron. Mal’Ganis tiene su base en la ciudad de
Stratholme, y ha retado a Arthas a buscarlo y luchar con él. El grano plagado
ha sido distribuido entre los pueblos del norte de Lordaeron. Siguiendo a
Kel’thuzad hacia el exterior de la ciudad, Arthas finalmente logra matar a
Kel’thuzad, quien sombríamente anuncia que su muerte no cambiaría nada. Profundamente
turbados, Arthas y Jaina se dirigen a Stratholme.
Temprano la mañana siguiente, se
aproximana a la villa de Hearthglen, sobre el camino a Stratholme. Allí se
enteran de que la marcha del Azote ha iniciado, y un vasto ejército de muertos
vivientes se dirige a la ciudad. Arthas pide a Jaina que busque a Lord Uther
mientras el defiende Hearthglen. Casi de inmedianto, enormes masas de muertos
vivientes, necrófagos, zombis, abominaciones, nigromantes, dirigidos por
escalofriantes liches esqueléticos aparecen para enfrentarles. Para empeorar
las cosas, una caravana del Azote, transportando grano con la plaga, ataca las
diversas villas cercanas, aumentando las filas del ejército de muertos con cada
golpe.
Después de brutales combates
donde el poder de la Luz logra sostener la voluntad y fuerzas de las tropas de
Arthas, Uther y Jaina llegan a Hearthglen, y con ellos, los Caballeros de la
Orden de la Mano de Plata. Vencido el ejército de los malditos, Uther felicita
a Arthas por su tenaz resistencia, pero el príncipe se encuentra encolerizado
por los actos del Azote, y parte hacia Stratholme para enfrentarse a Mal’Ganis.
Uther y Jaina parten tras el héroe, en parte para lidiar con el Azote, pero
también para vigilar al rápidamente deteriorado paladín.
Horas después, sobre el camino a
Stratholme, Arthas se topa con el Profeta, quien le implora que es su deber
guiar a su pueblo hacia Kalimdor, ya que Lordaeron no puede ser salvado. Arthas
acusa de locura al Profeta, y éste finalmente se va. Jaina, quien ha observado
la escena desde la invisibilidad, se materializa y trata de convercer a Arthas
acerca de la sensatez de las palabras del Profeta, pero Arthas se niega a
abandonar su patria, y ambos parten hacia Stratholme.
A la mañana siguiente, en las
afueras de la ciudad, bajo un oscuro cielo lluvioso, Arthas descubre que los
habitantes de Stratholme ya se encuentran infectados por la plaga, y decide que
la ciudad entera debe ser purgada. Uther y Jaina se horrorizan ante la sola
idea de la masacre, y el noble paladin se niega a realizar tan vil acción.
Furioso, Arthas acusa a Uther de traidor y le suspende de sus servicios como
paladín. Jaina decide darle la espalda y partir con Uther, pues no puede observar
a Arthas realizar la matanza. Mientras Arthas se prepara para ingresar a la
ciudad, Mal’Ganis aparece y reta a Arthas, mientras transforma a los inocentes
pobladores en muertos vivientes, engrosando cada vez más su ejército. Entre las
horribles garras del demonio y la cólera del príncipe, los pobres ciudadanos de
Stratholme hayan una muerte segura. Finalmente, ambos rivales se encuentran
cara a cara, pero Mal’Ganis, lejos de enfrentarlo, lo reta a seguirlo a las
heladas tierras de Northrend, donde hallará su verdadero destino. El Señor del
Terror desaparece y Arthas jura perseguirlo hasta el fin del mundo.
Tres días después, entre las
ruinas de Stratholme, Uther y Jaina descubren la horrible carnicería. Casi la
totalidad de la población ha sido asesinada, y la ciudad arde en llamas. Uther
demanda a Jaina el paradero de Arthas, y ella, luego de pensarlo un poco,
revela los planes del Príncipe. Uther parte hacia Lordaeron a informar a
Terenas de los actos de su hijo. Una vez que Jaina queda sola, el Profeta
aparece nuevamente. Es a ella la que corresponde, ahora, tomar la vara de la
esperanza para toda la humanidad y viajar hacia Kalimdor, donde podrá resistir
el ataque de la Sombra que cae sobre el mundo.
Un mes después, en la helada
costa de la Bahía Daggercap, en Northrend, las fuerzas de Arthas desembarcan
sobre el frío continente. El príncipe ordena la movilización hacia el interior
para establecer una base antes de iniciar la caza de Mal’Ganis.
Abriéndose camino entre los
territorios de los trolls Gundrak de hielo, Arthas se encuentra con un grupo de
enanos, la Hermandad de Exploradores de Ironforge, dirigida por su viejo amigo
y maestro Muradin Bronzebearb. Artrapados en Northrend, el avance de las
fuerzas del Azote ha dividido al grupo, por lo que Muradin acuerda con Arthas
el rescate de sus camaradas, mientras el valiente enano el asistirá en el
combate contra el Señor del Terror.
Las fuerzas de Arthas y Muradin
combaten contra las bases del Azote y rescatan a los enanos. Aunque no
encuentran rastro de Mal’Ganis, las tropas de la Alianza deciden establecer su
base primaria en la zona. Muradin explica a su amigo Arthas que los enanos se
encuentran en Northrend tras la pista de una legendaria espada conocida como
Frostmourne, pero mientras más se acercaban a la gruta donde se oculta la
espada, más muertos vivientes les salen al paso. Intrigado por la misteriosa
arma, Arthas decide ayudar a Muradin en la búsqueda de Frostmourne.
Unos pocos días después, mientras
Arthas y Muradin se hallan en una misión de exploración, un emisario del Rey
Terenas informa al capitán del campamento acerca de que el rey Terenas, a instancias
a Lord Uther, ha decidido suspender la expedición. La flota tiene orden de
regresar a Lordaeron. Sin embargo, los ejércitos de los muertos vivientes han
tomado todos los caminos de regreso a la costa, por lo que las tropas,
jubilosas por volvera a casa, tendrán que abrirse paso entre los bosques para
llegar a sus barcos.
Enterado de la intromisión de
Uther en sus planes, Arthas decide hundir los barcos antes de que sus hombres
puedan hacerse a la mar. Aunque Muradin se sorprende de la pobre capacidad de
juicio del príncipe, decide ayudar a su amigo en el sabotaje de las naves.
Ayudados por un grupo de mercenarios trolls y ogros (contratado forzosamente
contra el gusto del propio Arthas), se abren paso entre las tropas de los
muertos vivientes y algunos puestos de guerra nerubians, para finalmente llegar
a la costa y quemar los barcos de la Alianza. En ese momento, los hombres de
Arthas llegan, pero el príncipe, aprovechando la situación, culpa a los
mercenarios y ordena a sus hombres asesinarlos. Los mercenarios tienen un
sangriento final, y Arthas ordena a sus hombres regresar a sus puestos: ninguno
regresará a casa hasta que la misión esté completa.
Al día siguiente, Muradin
reprocha a Arthas sus engaños y actitudes poco honorables, pero el príncipe
justifica sus actos de venganza en la destrucción provocada por el Azote en
Lordaeron. En ese momento, Mal’Ganis reaparece y reta a Arthas nuevamente. Las
fuerzas del Azote han rodeado completamente el campamento y se preparan para
atacar. Como un último esfuerzo, Arthas y Muradin se lanzan en búsqueda de
Frostmourne, la única esperanza contra el poder de Mal’Ganis.
Mientras el Capitán defiende la
base, Arthas y Muradin penetran en la oscuridad de la cueva. Luego de algunas
vicisitudes, finalmente llegan a la Cámara de la Espada, donde un Guardián, un
Revenante de hielo, protege la entrada. El Revenante advierte de la
peligrosidad del arma, pero Arthas ignora la advertencia y destruye al
Revenante. Con su último aliento, el Revenante le dice que lo estaba
protegiendo a él de la espada.
Dentro de la Cámara, Arthas y
Muradin hallan a Frostmourne, la cual flota en un bloque de hielo. El pedestal
de la espada reza una antigua maldición: “La hoja no solo desgarra la carne,
sino que carcome el espíritu”. A pesar de que Muradin trata de convencerlo de
volver y dejar la espada, Arthas siente que no tiene elección. Invocando a los
oscuros espíritus de la Cámara, rompe el bloque de hielo y libera a
Frostmourne, lo cual que cuesta la vida a Muradin, atravesado por una estalactita
durante la explosión. Arthas tira el martillo de la luz y toma la espada. Su
destino se ha sellado finalmente.
Devuelta en el campamento, la
situación es desesperada. Las fuerzas de los muertos vivientes casi han
derrotado al Capitán y sus tropas, pero la llegada de Arthas con Frostmourne
vuelca totalmente la situación. Las fuerzas de Arthas dejan una estela de
destrucción a su paso hacia la Fortaleza de Draktharon. Destruida la última
base de resistencia de Mal’Ganis, el Señor del Terror emerge y se encara con
Arthas por última vez.
Mal’Ganis nota que Arthas tiene a
Frostmourne a expensas de las vidas de sus camaradas. La voz del Rey Lich habla
a su cabeza, y para sorpresa del Señor del Terror, el esclavizado Arthas lanza
un golpe fatal sobre Mal’Ganis. Su venganza está consumada.
Atormentado por la enloquecedora
voz de Ner’zhul, Arthas vaga por los helados parajes de Northrend, perdiendo
los últimos vestigios de su cordura. Tiempo después, bajo la dirección de su
nuevo amo, el Rey Lich, Arthas vuelve a la ciudad capítal de Lordaeron. Aunque
los ciudadanos celebran el regreso de su héroe, Arthas penetra en la Cámara del
trono, y en un acto vil y terrible, asesina a su propio padre. Ahora, como
nuevo rey de Lordaeron, Arthas entrega su reino al Azote, y la caída final de
la Alianza ha empezado.
El Ascenso de los Malditos
La plaga de muerte del Rey Lich
ha arrasado la Ciudad Capital de Lordaeron y todas las ciudades circundantes.
Aterrorizados y descorazonados por la muerte de su noble rey, las fuerzas de Lordaeron
han sido barridas por los furiosos guerreros muertos vivientes del Azote.
Ahora, Lordaeron es solamente una sombra de su anterior gloria – y el Príncipe
Arthas no ha vuelto a ser visto…
Lord Uther el Portador de la Luz,
destrozado por la muerte de rey (a quien amaba como un hermano) y por la
traición de su hijo y pupilo, ha oficiado él mismo la incineración del cuerpo
de Terenas, según la tradición, y se ha ofrecido como voluntario para cuidar de
su tumba.
![]() |
Arthas convirtiéndose en el rey lich |
La
noche es oscura, fría y lluviosa, misteriosa como un profundo enigma. El
Príncipe Arthas, convertido ahora en el primer Caballero de la Muerte del Rey
Lich, es materializado en las afueras de la villa de Vandermar, en el norte de
Lordaeron. Monta ahora una cabalgadura infernal, Pesadilla, una terrible
criatura como el esqueleto de un caballo, que bufa fuego por sus fauces. Frente
a él, una figura conocida se materializa, en quien Arthas cree reconocer a
Mal’Ganis. En el momento en que decide atacar, Tichondrius el Oscurecedorse
presenta y le felicita por haber matado a su padre y entregar su tierra al
Azote, ya que así ha aprobado la primera prueba del Rey Lich. Por primera y
única vez en su vida, Arthas se da cuenta de que ha maldecido y destruido todo
lo que una vez amó y defendió con todas sus fuerzas, sin sentir ningún
remordimiento o pena. Tichondrius explica que esto se debe a Frostmourne, la
cual ha sido forjada para robar almas, y la de Arthas fue la primera que tomó.
A su vez, ordena al Caballero de la Muerte reunir nuevamente al Culto de los
Malditos, cuyos miembros se han escondido entre el populacho, temerosos de ser
descubiertos por los paladines.
Penetrando en la durmiente villa,
Arthas va reuniendo uno a uno a los acólitos del Culto, y se reporta de nuevo
con Ticondrius. Su siguiente misión será recobrar los restos mortales del fundador
del Culto, el nigromante Kel’thuzad, enterrados en el cementerio de Andorhal.
Una vez en Andorhal, Arthas debe
enfrentarse a la Mano de Plata, que ha convertido la ciudad en una fortaleza
para protegerla de los ataques del Azote. El primero en caer es Gavinrad el
Terrible, quien guarda la tumba de Kel’thuzad. Arthas descubre que el espíritu
del nigromante puede comunicarse mentalmente con él, y a partir de ahora será
su fiel consejero. Los restos del nigromante, sin embargo, están en un avanzado
estado de putrefacción, y para poder conservarlos, Ticondrius instruye a Arthas
en recobrar una urna mágica donde los restos podrán conservarse. Dicha urna,
desgraciadamente, se encuentra en manos de los paladines.
Arthas ponde sitio a la ciudad, y
uno a uno van cayendo sus defensores: Ballador el Luminoso y sus Campeones de
la Paz, Sage Truthbearer y los Campeones de la Verdad, y finalmente, Uther Lightbringer,
el antiguo maestro de Arthas. Uther reprocha al Caballero de la Muerte el hecho
de que su padre, el noble Terenas, sostuviera a su pueblo por más de setenta
años, mientras Arthas lo había destruído en un puñado de días. "La urna
contiene las cenizas de tu padre ¿para que la quieres?¿ es que quieres orinar
en ellas por ultima vez?". Luego de un gran batalla entre ambos titanes,
Uther finalmente cae ante el poder de Frostmourne. El héroe más grande de la
historia humana ha muerto. Una vez seguros los despojos de Kel’thuzad, Arthas,
por instigación de Tichondrius, parte hacia el mágico reino elfo de
Quel’thalas. Solamente las potentes energías del Pozo del Sol podrán reencarnar
al nigromante.
Mientras tanto, en los oscuros
salones de la ciudadela del Torbellino del Vacío, Tichondrius y sus dos
hermanos, Anetheron y Mephistroth, disciernen acerca de sus sospechas sobre los
motivos ocultos del Rey Lich para su Caballero de la Muerte. Archimonde el
Corruptor no permitirá ningún error, pero Tichondrius asegura tener total
control del Azote. Una duda, sin embargo, ha llenado su cabeza.
El Pozo del Sol y la Caída de Silvermoon
Seis días después, en las
boscosas fronteras de Quel’thalas, el ejército de muertos vivientes de Arthas
inicia el asalto sobre el reino de los Altos Elfos. El espíritu de Kel’thuzad
le advierte de los grandes poderes de los elfos, pero el Príncipe minimiza el
asunto y el ataque inicia. Luego de establecer su primera base, el Azote
empieza a ser atacado por las fuerzas de los elfos, dirigidos por Sylvanas
Windrunner, Ranger General de Silvermoon. Silvanas Windrunner, la menor de las
heroicas hermanas Windrunner, Alleria y Veressa, y la única que les sobrevive.
Más alta que sus compañeras Rangers, extremadamente audaz y valerosa, con un
hermoso cabello rubio largo y brillante al sol, y un par de ojos de color verde
esmeralda, los cuales despiden una bravura solamente comparable con su belleza.
La entrada a Silvermoon se
encuentra resguardada por dos puertas: la Exterior, rodeada por enormes bases
del ejército elfo, y la Interior, protegida por un encantamiento, que solamente
puede abrirse con un artefacto mágico conocido como la Llave de las Tres Lunas.
Constantes y brutales batallas se entablan entre ambos ejércitos, pero
reiteradamente, Arthas logra hacer retroceder a Sylvanas, hasta que la Puerta
Exterior cae.
Sylvanas, para dificultar el
avance del Azote, destruye el único que puente que comunica directamente a la
Puerta Interior. Valiéndose de algunos dirigibles Goblin abandonados durante el
escape, Arthas logra pasar el río e inicia el asedio de los templos donde se
ocultan las tres partes de la Llave de las Tres Lunas: la Piedra de Amatista de
Hannalee, que abre el corazón del Guardián de la Puerta; el Cristal de la Luna
Esmeralda del Ojo de Jennala, que abre la mente del Guardián de la Puerta, y el
Cristal de la Luna de Zafiro del Cuerpo de Enulaia, que abre el alma del
Guardián de la Puerta. Asistido por los demonios de la cripta, los cuerpos
reanimados de los guerreros nerubian de Northrend, uno a uno los templos son
destruidos, hasta que finalmente, la Llave de las Tres Lunas está completa. La
Puerta Interior cae y el asalto final a Silvermoon es inminente.
Desesperada por la cercana caída
de su patria, Sylvanas envía constantes mensajeros a Silvermoon pidiendo
refuerzos, pero estos son fácil presa de las gárgolas que Arthas ha traído de
Northrend. Las superiores fuerzas del Azote rodean y destruyen el último
bastión de Sylvanas. La valiente elfa se prepara para enfrentar una muerte
segura, pero Arthas tiene otros planes. Sabedor de que Sylvanas ha sido una
contrincante formidable y a la vez útil, Arthas le lanza una herida mortal,
pero a la vez, usando a Frostmourne, esclaviza su espíritu, que se transforma
en una banshee, un alma eternamente atormentada.
Con esta nueva y poderosa
adquisición a su ejército, Arthas se ha vuelto imparable. Con sus nuevos y
horribles poderes, la que fue Silvanas Windrunner ha llamado a los espíritus de
sus camaradas caídas, que retornan del oscuro Abismo convertidas en terribles y
rencorosas banshees. Ansiosas por retomar su forma terrenal, las banshees se
lanzan hacia Silvermoon, atormentando a los confundidos ciudadanos y sembrando
el dolor y la confusión entre las tropas de los elfos. Algunas, incluso, se han
posesionado de los caballeros y soldados más fuertes, que ahora, guiados por la
oscura voluntad de la banshee, se vuelven contra sus compatriotas.
El Azote, encabezado por Arthas,
se encuentra a las puertas de la ciudad. Miles de esqueletos vivientes y zombis
caminan sobre las calles de Silvermoon, sembrando la muerte y la desolación.
Silvermoon arde en llamas, y los pocos sobrevivientes huyen hacia los bosques y
la costa. Muerte, cuerpos putrefactos y ríos de sangre corren por las calles.
El Concejo de los Siete Altos Elfos ha abandonado la ciudad. Las tropas de
Arthas avanzan hasta el Pozo del Sol.
El Santuario se halla defendido
por cuatro grandes Golems de granito, creados mágicamente por los hechiceros
para guardar el preciado tesoro. Aunque los Golems son realmente poderosos e
inmunes a los hechizos, la superioridad numérica del Azote es evidente, y
finalmente las criaturas son destruidas. Arthas ha llegado hasta el Pozo mismo.
La potente energía que mana de él es realmente asombrosa.
Los restos del nigromante son
colocados dentro del Pozo, mientras el fantasma de Kel’thuzad ingresa en las
potentes aguas. La energía desplegada es formidable, pero el Pozo del Sol, corrompido
por la negra magia de los muertos, se ha enrojecido como la sangre. Kel’thuzad
ha emergido de la fuente, pero ahora, su cuerpo es el de un formidable y
espeluznante esqueleto rodeado de una corrupta y voraz aura de maldad. El
dolor, el frío, la inmisericordia, la incertidumbre, la ansiedad, la angustia,
todas las vanas preocupaciones que apasionan y desbordan los corazones de los
mortales, son polvo que lleva el viento para él.
La masacre y la destrucción del
Azote ha llegado a su fin. Reforzado por gran cantidad de tropas por los
muertos recientes, el ejército de Arthas se retira hacia el sur, tomando el
camino hacia las montañas de Alterac. Silvermoon, y con ella toda la orgullosa
y ancestral raza de los Altos Elfos, solamente son sombras del pasado...
Asedio y Destrucción de Dalaran
“Tiemblen, mortales, y
desesperen. El Apocalipsis ha llegado a este mundo”. Archimonde el Profanador
![]() |
Archimonde |
A la mañana siguiente, en las
puertas de Dalaran, Arthas ordena a los magos rendirse a la fuerza del Azote.
El Archimago Antonidas, líder del Kirin Tor sale a su encuentro e,
irónicamente, le pregunta por la salud de su noble padre. A su vez, le advierte
de no entrar a la Ciudadela Violeta, pues los magos del Kirin Tor han erigido
un aura mágica que destruirá a cualquier muerto viviente que intente ingresar a
la ciudad. Arthas refuta sus amenazas, pero Antonidas se tele-transporta dentro
de la ciudad. Kel´thuzad nota que son tres los magos que mantienen las auras, y
si el Azote logra matarlos, el hechizo será roto y el Azote podrá arrasar la
ciudad.
![]() |
Ciudad de Dalaran |
En Dalaran, los tres
archimagos más poderosos del Kirin Tor (Shal Lightbringer, Conjurus Rex y el
mismo Antonidas) elevan el encantamiento del aura para defender la Ciudadela
Violeta. Aunque muchos muertos vivientes son destruidos por las poderosas
auras, el grupo de Arthas logra penetrar en Dalaran. Uno por uno, los
archimagos van cayendo, gracias a que Arthas ha logrado controlar a los
poderosos Golems y Dragones Azules que los magos tenían encerrados en Dalaran
para su estudio. Cuando Antonidas, el último mago, cae bajo el poder del Rey
Lich, clama que su actual dolor caiga sobre la conciencia de Arthas, que luego
le da muerte. El Caballero de la Muerte y el lich logran reclamar el libro de
hechizos.
Una hora después, en una colina
sobre Dalaran, Kel´thuzad y Arthas se preparan para invocar a Archimonde.
Kel´thuzad se da cuenta de que el conocimiento demoníaco del Medivh poseído
está más allá de cualquier cosa que él hubiera visto. Tichondrius aparece y
tras comentar que a pesar de todo ese conocimiento no pudo salvarse de la
muerte ordena el inicio de la invocación. Conforme el lich inicia la entonación
de los hechizos para traer a Archimonde a Azeroth, Arthas guía a sus guerreros
muertos vivientes para defender al lich de las encolerizadas fuerzas de
Dalaran, que preparan un último masivo ataque contra el Azote.
Ola tras ola, las tropas del Clan
de Magos y la Liga de los Hechiceros, bajo el mando de los magos Mannath
Magesinger y Landazar, luchan por derrotar las defensas del Azote. Ambos bandos
tienen grandes pérdidas, pero finalmente, Kel´thuzad abre el portal, y las
fuerzas de la Legión Ardiente, lideradas por Archimonde el Profanador, ingresan
al mundo. Dando a Tichondrius y los señores de terror el poder del Azote,
proclama que el rey Lich ya no le es necesario y se dirige hacia Dalaran para
destruirla, como ejemplo para el resto de los habitantes de Azeroth.
Sorprendido y encolerizado, Arthas pregunta a Kel´thuzad que pasará con ellos
una vez que la Legión tome el control. El lich tranquiliza al Caballero de la
Muerte, diciéndole que el Rey Lich ya había previsto esta situación y tiene un
plan apropiado.
Mientras tanto, Archimonde
realiza un terrible hechizo sobre Dalaran, y usando sus poderes mágicos, se
trae la ciudad entera al suelo. La destrucción de Dalaran termina con el
reinado del Kirin Tor, priva a Azeroth de una de sus defensas primarias contra
la Legión, y sirve como telón de obertura para la Tercera Guerra. Después de
diez mil años, la segunda invasión demoníaca sobre Azeroth había comenzado…
En el Ojo del Maelstrom - El rescate de los Darkspear
“Sobre el horizonte… hacia su
destino”.
Los lugartenientes de Thrall le
reportan que la mitad de la flota está perdida, y que la otra mitad está
seriamente dañada. Thrall ordena construir una base en la isla, pues tomará
cierto tiempo poner a punto la flota para continuar el viaje hacia Kalimdor.
Uno de los chamanes de Thrall reporta que siente un extraño poder mágico
alrededor del campamento. Usando su hechizo de Visión Lejana, Thrall descubre
que Centinelas Guardianes han sido colocados alrededor de la zona donde la
Horda ha desembarcado. En ese momento, un curandero troll de la isla llamado
Sen´Jin, de la tribu Darkspear, aparece y advierte a Thrall de que unos
invasores han establecido un puesto de observación al otro lado de la isla. Los
Trolls han intentado vivir en paz, pero los invasores, humanos, los han cazado
día y noche. Sin atenerse a esperar un ataque humano, Thrall ordena a una
patrulla lidiar con cualquier tropa humana que se atreva a cruzar. Lo que
Thrall y Sen´Jin no conocen es que estas tropas son marines reales de la nación
marítima de la Alianza, Kul Tiras, al mando del Gran Almirante Daelin
Proudmoore.
Los Darkspear, una tribu de
trolls de la jungla, fueron exiliados en esta isla luego de entrar en conflicto
con sus hermanos los Gurubashi, quienes gobiernan en las vastas junglas del Valle
de Strangletorn, en Azeroth, después de que los Darkspear se negaran a adorar
al sanguinario dios Hakkar el Devorador de Almas.
Después de ayudar a los Trolls a
purificar una fuente de sanidad y defenderlos de los constantes ataques
humanos, las fuerzas de Thrall inician el asedio del campamento de Kul Tiras.
Mientras los humanos pelean valientemente, se ven sobrepasados por las fuerzas
combinadas de orcos y trolls. Sin embargo, justo cuando la Horda está cerca de
vencer a los humanos, ambos lados se ven atacados por un gran número de Murlocs
acuáticos. Tomando a los humanos, orcos y trolls bajo su custodia, los Murlocs
argumentan que la magia de Thrall no interferirá más con sus planes de “retomar
la superficie”. Las criaturas acuáticas llevan a sus prisioneros a una red de
cavernas profundas dentro de la isla.
Thrall se encuentra prisionero en
una mazmorra subterránea, separado de sus compañeros. Como él se pregunta el
propósito de los Murlocs en capturarlo, un troll que se encuentra aprisionado
junto con Thrall le explica que los Murlocs usualmente eran pacíficos, pero
recientemente empezaron a capturar humanos y trolls para usarlos en sacrificios
para su líder: una Bruja del Mar que amenazó con destruir la isla si los
Murlocs no obedecían. Thrall no se intimida y utiliza su Rayo Luminoso para
matar a los guardias y escapar de su celda. El y el troll salen a rescatar a
sus compañeros.
Después de abrirse camino a
través de la prisión subterránea y recoger a todos los prisioneros que
encuentran, Thrall y sus tropas finalmente llegan al salón del trono del
hechicero Murloc que los ha aprisionado. Sin embargo, es demasiado tarde para salvar
a Sen´Jin, que es brutalmente sacrificado por el hechicero como sacrificio para
la Bruja del Mar. Consumido por su ira, Thrall derrota al hechicero y llega al
lado del Sen´Jin moribundo.
Con su último aliento, Sen´Jin le
ruega a Thrall que guíe a los trolls hacia Kalimdor junto con el resto de la
Horda, pues nunca podrán volver a vivir en paz en esta isla. Él asiente y
extiende la oferta a los restantes Trolls, quienes acceden a formar parte de la
Horda.
En ese momento la voz de la Bruja
del Mar hace eco dentro de la caverna, diciendo a los orcos que no escaparán
tan fácilmente, luego de lo cual, las paredes de la caverna subterránea
empiezan a colapsar, y los soldados de la Horda tiene que escapar hacia la
superficie.
Conforme las tropas de la Horda
salen de la cueva, la Bruja del Mar aparece y los ataca por haber matado a sus
sirvientes y profanado su santuario. Como compensación, ella tomará las vidas
de orcos y trolls. Thrall ordena a la Bruja regresar a las profundidades y
dejar la isla en paz. Sin embargo, la Bruja no lo escucha y se prepara para
golpear el campamento de la Horda con sus tropas.
Volviendo rápidamente a la base,
Thrall pregunta por el estado de la reparación de los barcos. El capitán
encargado del campo le dice que los barcos están casi terminados, pero en eso
un volcán hace erupción y la isla completa empieza a hundirse. Thrall ordena
defender los barcos a toda costa contra los Murlocs hasta que las reparaciones
estén finalizadas y la Horda pueda continuar su viaje hacia Kalimdor.
Durante los siguientes minutos,
los peones trabajan frenéticamente para reparar los barcos mientras los
guerreros restantes batallan contra la Bruja del Mar y los Murlocs. Finalmente,
la reparación se completa y la Horda rápidamente evacua la isla y desaparece
entre las ondas del mar. Conforme navegan hacia Kalimdor, la voz de la Bruja
del Mar hace eco entre las olas, profetizando la destrucción de los habitantes
de la superficie en manos de la raza acuática conocida como los Naga…
La Invasión de Kalimdor
“- Thrall…la bruma de la sangre
se ha levantado...el cuerpo se enfria,el fuego del demonio se ha quemado en mis
venas...me he liberado"
"- No, viejo amigo… nos has
liberado a todos”.
La muerte de Hellscream. Leyenda
orca.
Después de semanas de viajar por
los mares embravecidos, la Horda ha desembarcado sobre las salvajes costas de
Kalimdor. Con sus barcos robados, quebrados y hundidos, los orcos precavidamente
se aventuran tierra adentro, previniendo los posibles peligros desconocidos que
habitan en la desolada tierra. Con sus barcos quemados y lentamente hundiéndose
en el mar, Thrall pregunta por el resto de la Horda. No hay seguridad de haber
llegado a Kalimdor, pero han viajado hacia el oeste más allá de toda tierra
conocida. No hay rastros de Grom Hellscream o los Warsong, pues sus barcos
fueron separados de la flota durante la tormenta, por lo que Thrall ordena
iniciar la búsqueda para reagruparse.
Conforme viajan sobre la extraña
y hermosa tierra, los orcos rescatan miembros de la Horda que han sido
capturados por una extraña raza de criaturas semejantes a jabalíes. Grupo por
grupo, los quillboars van cayendo ante el poder superior de la Horda.
Explorando las distintas aldeas quemadas, presencian la lucha entre los
Centauros y enormes seres como toros, los cuales caen ante la superioridad
numérica de los Centauros, y Thrall presiente que la Horda ha llegado a un
lugar con muchos más conflictos que los que dejó atrás en Lordaeron.
Eventualmente las fuerzas de la
Horda tratan de ayudar a las criaturas toro, hasta que logran dar con su líder,
Cairne Bloodhoof, jefe de los Tauren, el cual se encuentra intrigado por el
estilo de pelea de los orcos, que el describe "con ferocidad y valor"
y desea conocerlos más. Thrall le relata la historia de cómo la Horda vino a
Kalimdor a hallar su destino, y Cairne sugiere que pueden hablar con el Oráculo
que se encuentra más al norte. Thrall se resiste a viajar en esa dirección,
pues un enorme ejército de centauros se mueve hacia allá. Cairne se alarma pues
los centauros marchan hacia la aldea Bloodhoof, y debe retornar de inmediato.
Deseoso de conocer más acerca del Oráculo y los Tauren, Thrall conduce a la
Horda hacia la aldea de Cairne y lo asiste en su defensa.
Una vez en la aldea, la Horda y
los Tauren resisten el asedio de constantes olas de Centauros. Eventualmente,
el Campeón de los Centauros llegará a pelear y caerá ante las fuerzas unidas de
ambos ejércitos. Su muerte motivará la retirada de los centauros.
Cairne agradece a Thrall su
apoyo, pero el viejo jefe se encuentra desesperanzado, pues los centauros
controlan toda la región, y los Tauren se ven obligados a viajar a las verdes
praderas de Mulgore o si no morirán. Desafortunadamente, la velocidad de los
centauros no tiene rival en los planos abiertos, y el líder de los Bloodhoof
teme que su caravana será aniquilada durante el viaje. Thrall ofrece escoltar a
los Tauren a Mulgore a cambio de la información del Oráculo que Cairne le
informó. Cairne, intrigado por los orcos y los trolls, accede. La Horda y los
Tauren planean una larga marcha a través de los planos del sureste de Kalimdor.
Dos días después, sobre las
desoladas llanuras de los Barrenos, Thrall y Cairne intercambian información
sobre cada una de sus culturas durante su viaje hacia Mulgore. Thrall nota que
Kalimdor es muy similar al mundo destruido de los orcos, Draenor. Cairne relata
a Thrall que los Tauren son hijos de la Madre Tierra, y que por ella tienen una
cultura pacífica y un estilo de vida propios en esa tierra. En ese momento,
varios scouts de la Horda reportan que una banda de arqueros y guerreros
centauros se acerca para atacar la caravana. Thrall rápidamente ordena a las
tropas que escolta a las bestias Kodo de los Tauren hacia una serie de oasis
donde podrán reabastecerse. Cairne y los guerreros Tauren asistirán en la
defensa del convoy.
Conforme los centauros continúan
el asedio a la caravana durante su viaje, los guerreros orcos y tauren la
defienden de las brutales bestias. Eventualmente la caravana logra llegar a
Mulgore, pero los centauros casi se encuentran sobre ellos. Llamando al
espíritu de la Madre Tierra, Cairne provoca un derrumbe de una formación
rocosa, que obstruye el paso de los centauros hacia Mulgore.
Con el paso asegurado, Thrall
pregunta a Cairne acerca del Oráculo. Cairne dice que las leyendas hablan de
que el Oráculo conoce los caminos del destino y que es Hijo mismo de la Madre
Tierra, y que solamente él podrá mostrarle a la Horda su verdadero destino. El
Oráculo puede ser hallado en el norte, en lo más alto del Monte Stonetalon.
Luego de mostrar agradecimiento por la asistencia de la Horda, Cairne envía sus
más finas bestias Kodo para asistir a los orcos y trolls en su viaje. Thrall
agradece a Cairne su generosidad y promete nunca olvidar al jefe Tauren. Cairne
deja la Horda con una bendición de la Madre Tierra y los Tauren continúan su
viaje sobre Mulgore.
Mientras tanto, de regreso en
Lordaeron, la Legión inicia su invasión. Las villas humanas son arrasadas por
la Guardia del Apocalipsis y los Infernales. Tichondrius aparece y conversa con
Mannoroth el Destructor, el barbárico líder de los Señores del Foso. Mannoroth
se encuentra disgustado por la facilidad con que los demonios han derrotado a
los Humanos. Tichondrius aclara que esto es gracias al trabajo del Azote, el
cual exitosamente derrotó a los humanos y Altos Elfos antes de la invasión,
cosa que los orcos no pudieron realizar cuando hicieron el pacto de sangre con
Mannoroth. A su vez, Tichondrius informa a Mannoroth que los orcos no se
encuentran lejos, y que sus agentes los han hallado en Kalimdor, por lo que
Mannoroth jura destruirlos por su traición. Sin embargo, Archimonde, que
aparece de la nada, le dice que los orcos aún pueden ser útiles a la Legión.
Cinco días después, cerca de las
faldas del Monte Stonetalon, la Horda de Thrall continúa su viaje en busca del
Oráculo. Sin embargo, hay desazón entre los miembros de la Horda por la falta
de un buen combate. En ese momento, a lo lejos, divisan a Grom Hellscream y los
Warsong luchado contra los defensores de un asentamiento humano. Sorprendidos
de hallar humanos en Kalimdor, la Horda se une a la batalla. Con la base humana
en ruinas, Thrall y Grom discuten la situación. Éste último le informa que los
humanos se encuentra liderados por una joven hechicera, y han tomado el paso
hacia el norte. Thrall ordena explorar el área, y ordena a Grom no atacar a los
humanos hasta que sus posiciones estén listas.
Los scouts de Thrall informan que
un grupo de Goblins tienen unos zeppelines hacia el norte, los cuales permiten
pasar las fuerzas humanas sin tener que pelear con ellas. Sin embargo, la sed
de sangre de Grom lo obliga a atacar a los humanos, con lo que las fuerzas de
Thrall se ven obligadas a luchar contra ellos. Las fuerzas de la Alianza se
encuentran comandadas por Agronnor el Poderoso, Thane de Ironforge al mando de
las fuerzas de Gilneas, Buzan el Osado, paladín de la Mano de Plata, y Tann
Flamecaster, mago sobreviviente de la destrucción de Dalaran. Todos caen en la
batalla. Luego de neutralizar las bases humanas, Thrall confronta a Grom, pero
este le responde que los humanos merecen morir, y que la sed de sangre hierve
en sus venas, igual que antes, cuando los demonios estaban cerca. Furioso,
Thrall envía a Grom y su clan hacia el norte, al bosque de Ashevale, para
construir un nuevo asentamiento, mientras él se dirige hacia el Monte a buscar
el Oráculo.
Dos días después, en las
fronteras del Bosque de Ashenvale, los Warsong construyen un pequeño campamento
donde se levantará el asentamiento de los orcos. Grom se encuentra disgustado
por que sus bravos guerreros se ven obligados a realizar trabajos manuales.
Algunos de sus soldados, entonces, empiezan a temer el bosque, debido a que
escuchan extrañas voces en un idioma desconocido que hacen eco en los
ancestrales árboles.
Unos momentos más tarde, un grupo
de guerreras aparece y ataca a los Warsong, reclamando el irrespeto de los
orcos hacia la vida. Grom Hellscream nota que estas se parecen a los Altos
Elfos, pero su color de piel es púrpura y son más altas y salvajes.
Constantemente, mientras exploran el área, los orcos son atacados por las
guerreras, pero la superioridad de los orcos asegura el terreno. Grom,
finalmente, halla una pequeña tienda Goblin, donde su dueño, el jovial Neeloc
Greedyfingers, le ofrece dos aserradores mecánicos a cambio de matar a líder de
una tribu de furbolgs, unos enormes y voraces hombres-oso que viven en lo
profundo del bosque, a lo que Grom accede. Con ayuda de los aserradores, Grom
logra levantar rápidamente el asentamiento para Thrall.
Mientras tanto, cerca de las
Praderas de la Luna del semi-dios Cenarius, Mannoroth y Tichondrius discuten el
plan de la Legión para los orcos. Como prevención, Archimonde demanda la muerte
de Cenarius antes de invadir Kalimdor, para evitar que éste participe en la
defensa. Mannoroth reconoce que Cenarius es extraordinariamente poderoso y le
gustaría enfrentarlo en la batalla nuevamente, pero el semi-dios raramente
aparece en despoblado. Tichondrius y Archimonde creen que los orcos pueden
matar a Cenarius por la Legión, solamente necesitan de un pequeño incentivo.
Entonces, Mannoroth vierte su sangre ardiente en la fuente de Cenarius, con el
objetivo de que los orcos la beban y reaviven la sed de sangre.
A la mañana siguiente, en
Ashenvale, los orcos han construido un nuevo asentamiento. En ese momento,
Cenarius aparece y destruye el campamento, utilizando a sus treants y los elfos
nocturnos, como retribución por la destrucción del bosque. Superados por las
fuerzas enemigas, los orcos cruzan el río en retirada, y Cenarius hace crecer
nuevamente, con sus poderes, los bosques. Buscando una manera de derrotar a
Cenarius, Grom envía a un grupo a explorar la parte más profunda del bosque.
Estos descubren una fuente que irradia un gran poder, resguardada por Sátiros,
los cuales son rápidamente despachados por los orcos. Sin embargo, uno de los
curanderos troll advierte a Grom que el poder que emana de la fuente es
maligno, pero éste no le da importancia: está decidido a acabar con Cenarius
bajo cualquier precio. Uno de sus soldados le dice que eso estaría en contra de
todo lo que Thrall les ha enseñado, pero Grom bebe de las oscuras aguas, e
inmediatamente, él y sus orcos se transforman en Orcos del Caos.
Movidos por la magia demoníaca,
las fuerzas de los Warsong atacan el territorio de Cenarius. Con sus nuevos
poderes infernales, los Warsong rápidamente derrotan a los Elfos Nocturnos y
asesinan a Cenarius, cuya armadura divina es vulnerable a la magia de los
demonios. Mientras agoniza, Cenarius dice a Grom que los demonios han hecho muy
bien su trabajo al corromper a los orcos. Cuando Grom proclama que los orcos
son libres del poder de la Legión, Cenarius le refuta diciendo que “no son
mejores que la maligna bilis que corre por sus venas”. En este momento,
Mannoroth aparece y le dice a Grom que los orcos son nuevamente propiedad de la
Legión. Grom protesta diciendo que los orcos son libres, pero Mannoroth,
burlándose, le dice que es su sangre la que le da poder a sus fuerzas y que a
partir de ahora le servirá solo a él.
En ese mismo momento, en la base
del monte Stonetalon, los scouts de Thrall informan al Señor de la Guerra que
las fuerzas humanas se han posicionado cerca de la entrada al Oráculo. La Horda
se ve obligada a atacar la base humana. En ese instante, los Tauren, con Cairne
a la cabeza, llegan para asistir a sus aliados orcos. Dado que la base humana
se encuentra en una alta planicie sobre las rocas, Cairne sugiere pedir ayuda a
los Wyverns, una raza de criaturas voladoras, para atacar la base.
Sin embargo, los Wyverns han sido
capturados por un grupo de Harpías, y la Horda tiene que rescatarlos primero.
Una vez de su lado, los Wyverns realizan un ataque aéreo sobre la base humana y
la toman. La joven hechicera humana y sus seguidores huyen a lo profundo de la
caverna, y la Horda se prepara para perseguirlos.
Veinte minutos después, dentro de
la cueva, Thrall y Cairne deciden separarse para explorar el laberinto. Thrall,
liderando un grupo de orcos y trolls, tiene que enfrentarse a una serie de
criaturas de ultratumba y monstruos ancestrales que se encuentran prisioneros
en el laberinto, hasta que finalmente llega a un cruce que se encuentra
resguardado por una estatua. Asombrosamente, la estatua comienza a hablar. Dice
llamarse Aszune, una antigua princesa Elfa Nocturna que una maldición convirtió
en piedra. Su estatua ahora resguarda el camino al Oráculo, y nadie podrá pasar
hasta que su corazón le sea devuelto. Explorando las cavernas, los orcos hallan
a un dragón rojo peleando con unas harpías. Thrall ordena unirse a la batalla y
ambas fuerzas son derrotadas. Al morir el dragón, deja caer un extraño medallón
con una gema que trae la efigie de Aszune. Thrall regresa su corazón a la
estatua, que les cede el paso. Sin embargo, se encuentra con un río de lava que
no pueden cruzar. En ese momento, Cairne y sus Tauren aparecen. Durante su
búsqueda, encuentran otra gema, que al parecer encaja perfectamente en una
abertura cerca de la estatua de Aszune. Al colocarla, un puente de energía se
forma sobre el río de lava, permitiendo a los miembros de la Horda pasar hacia
el otro lado.
Thrall y Cairne llegan al salón
del Oráculo, y se topan con los humanos y su joven hechicera, que no es otra
que Jaina Proudmoore. Cuando ambas facciones se preparan para pelear, una
poderosa voz les ordena respetar la solemnidad del lugar. Asombrado, Thrall
reconoce al Profeta. Éste le presenta a Jaina Proudmoore, líder de los
sobrevivientes de la Alianza de Lordaeron. Es cuando Thrall se entera de que la
Legión Ardiente está arrasando Azeroth y que Lordaeron realmente ha caído. Los
demonios se dirigen ahora hacia Kalimdor, y la Horda y la Alianza deben unirse
para combatirlos, o todo estará perdido. Aunque ambos se resisten al principio,
Thrall y Jaina entienden su deber, y acceden a unir sus fuerzas.
Lamentablemente, el Profeta también advierte a Thrall que Grom ha caído bajo la
maldición de la Legión, y que el destino de la Horda solamente podrá estar
seguro si el Warsong es rescatado de la influencia demoníaca.
Tres días después, cerca de la
entrada a los Barrens, Thrall, Jaina y Cairne discuten cómo liberar a
Hellscream y los Warsong del control de la Legión. Jaina le entrega a Thrall
una esfera mágica, en la que éste deberá capturar a Grom. Una vez capturado,
deben regresar a la base de Jaina, donde los sacerdotes Altos Elfos y los
chamanes orcos lo liberarán de la corrupción. Thrall agradece a Jaina su
asistencia y ella parte hacia su base.
Una vez que los héroes regresan a
su propio campamento, Cairne nota que Thrall está turbado. El Señor de la
Guerra está frustrado por tener que combatir a sus propios hermanos para
salvarlos de la extinción a manos de la Legión.
Conforme la Horda y la Alianza
van haciendo su camino hacia el campamento Warsong, el cielo se enrojece y
enormes meteoros empiezan a caer: Los Infernales de la Legión han llegado. La
Legión se ha enterado de los planes de Thrall y Jaina, y deben ser detenidos o
todo se perderá. Muchos valientes guerreros caen ante las demoníacas fuerzas
combinadas de los orcos Warsong y sus guardianes de la Legión, pero finalmente
el camino a Grom logra abrirse. Thrall confronta a Hellscream directamente,
tratando de persuadir a Grom de acompañarlo sin resistencia. Hellscream se
niega, clamando que el destino de los orcos es servir a Mannoroth y la Legión.
Thrall no conoce a Mannoroth y cree que Grom está alucinando, pero Hellscream
le replica que Thrall solamente conoce la mitad de la historia. Cruelmente, le
revela que los Jefes de los Clanes, para sellar su pacto con los demonios,
bebieron por propia voluntad la sangre de Mannoroth, y que él, Grom Hellscream,
fue el primero de todos. Thrall pierde el control ante la aplastante verdad y
lucha con el Jefe Warsong hasta que logra encerrarlo en la esfera mágica,
regresando rápidamente a la base de Jaina.
Después de muchos conjuros y
oraciones por parte de los sacerdotes y los chamanes, el jefe Warsong es
purificado y, avergonzado, solicita a Thrall su perdón por sus acciones, pero
Thrall le dice que lo necesita para liberar a los orcos de la maldición de los
demonios para siempre. Grom le dice que en el cañón cercano podrán enfrentarse
cara a cara con Mannoroth en persona.
Ambos jefes ingresan
precavidamente dentro del cañón. La risa burlona de Mannoroth hace eco entre
los muros. El sabía que vendrían a buscarlo, pero ellos deben saber que la
Horda nunca podrá librarse de la influencia de la Legión. El gigantesco Señor
del Foso aparece detrás de los héroes orcos y comienza a ofenderlos. Thrall
intenta herirlo con el Doomhammer, pero Mannoroth logra defenderse usando una
de sus alas, y cargando contra los orcos, logra lanzar a Thrall hacia una de
las paredes y dejarlo inconsciente. Mientras Grom trata de recuperarse del
ataque, Mannoroth lo incita, diciéndole que, en lo profundo de su ser, Grom
sabe que ambos, él y Mannoroth, son lo mismo. Con sus ojos enrojecidos por la
furia, Grom lanza su grito de guerra y arremete contra Mannoroth. El Señor del
Foso logra rechazar a Grom con su espada, pero el hacha del Warsong se ha
clavado profundamente en el pecho del demonio. Mortalmente herido, Mannoroth
colapsa, y estalla en una furiosa ola de fuego.
Con serias quemaduras, Grom cae y
espera la muerte. Thrall, herido, se acerca a su amigo moribundo y escucha sus
últimas palabras. Lentamente, sus ojos enrojecidos por la furia vuelven a tener
su color normal, y Grom siente cómo la influencia demoníaca va extinguiéndose
en su ser: se ha liberado a sí mismo. Por primera y última vez en su vida,
Grom, el líder de los Warsong, el imbatible, el más valiente y feroz de los
guerreros en todas las guerras orcas, siente la tranquilidad de la paz,
mientras se reúne con los espíritus de sus ancestros. Pero la muerte de Grom no
sólo lo ha liberado a él: ha liberado a todos los orcos de la maldición de la
sed de sangre.
El Fin de la Eternidad
Con el heroico sacrificio de Grom
Hellscream, el Señor del Foso Mannoroth fue derrotado, y la maldición demoníaca
que había esclavizado a los orcos llegó a su fin. Entonces, las fuerzas combinadas
de orcos y humanos se adentran en el bosque de Ashenvale para construir una
fortaleza donde ambas fuerzas puedan enfrentarse a la Legión, sin saber a
ciencia cierta contra qué van a enfrentarse.
Sin saberlo, entre las sombras
otro enemigo los acecha. Tyrande Whisperwind, la Sacerdotisa de la Luna, líder
de las Centinelas Elfas Nocturnas durante más de diez mil años, cree que la
presencia de los extranjeros solamente traerá dolor a su encantada patria. La
arquera Shandris Feathermoon interrumpe a Tyrande mientras esta se encuentra en
comunión con el bosque. La Sacerdotisa siente que algo oscuro se acerca, pero no
se encuentra segura de su identidad. Shandris sugiere que pueden ser los pieles
verdes que asesinaron a Cenarius, pero Tyrande cree que hay algo peor, por lo
que convoca un búho invisible para explorar el área. El ave mágica vuela sobre
el bosque y descubre la base de la Alianza y la Horda, donde los nuevos aliados
planean talar los árboles para construir su fortaleza. Este hecho irrita a
Tyrande, por lo que ordena a las Centinelas repeler cualquier intento de los
extranjeros de penetrar en Ashenvale.
Conforme las tropas de Tyrande
exploran el área, encuentran una tribu de furbolgs. El anciano chamán de la
tribu se prepara para movilizar a su pueblo, debido a que siente que una
malvada presencia se avecina sobre el bosque. Sin embargo, muchos de los miembros
de su tribu se han extraviado en su viaje a la aldea, y el chamán solicita a la
Sacerdotisa ayudarle a buscar a los fulborgs perdidos, a lo que Tyrande accede.
Durante su trayecto al
asentamiento enemigo, Tyrande va liberando furbolgs cautivos, por lo que el
chamán decide ayudarla en su combate enviándole a sus mejores guerreros. Con la
aldea furbolg evacuada, Tyrande prepara su ataque contra los extranjeros, los
cuales están comandados por el Duque Corazón de León, un paladín de Lordaeron
que siguió a Jaina hacia Kalimdor. Mientras hay una encarnizada batalla entre
las Centinelas y los extranjeros, repentinamente la base es atacada por una
inmensa ola de muertos vivientes y demonios. Superados en número, Tyrande
ordena a sus fuerzas replegarse en la profundidad del bosque.
Tres horas más tarde, en algún
lugar en las faldas del Monte Hyjal, Tyrande y sus arqueras sobrevivientes
escapan de las fuerzas de la Legión y el Azote, pero finalmente son acorraladas
por la Guardia del Apocalipsis, y las arqueras son asesinadas. Archimonde y
Tichondrius se materializan y confrontan a Tyrande, y ella se asombra de
observar nuevamente a Archimonde después de diez mil años. El demonio proclama
que la Legión ha vuelto para consumir Azeroth, y que esta vez, los Kaldorei no
podrán detenerla. En el momento en que la Guardia del Apocalipsis se dispone a
matar a Tyrande, ésta se fusiona con la sombra y desaparece de la vista.
Archimonde, furioso, ordena a la Guardia encontrar a la Sacerdotisa antes de
que escape de la zona. Tyrande, que reaparece una vez que se han marchado,
comprende que éste es el día largamente temido por las Centinelas, en que la
Legión reaparecería sobre el mundo. Rápidamente, se adentra en el bosque para
advertir a sus hermanas.
Aprovechando la noche, Tyrande se
escabulle por el bosque, eludiendo las patrullas de la Guardia del Apocalipsis
y los puestos de observación de los muertos vivientes, hasta que finalmente,
luego de cruzar el río, logra llegar a una base de las Centinelas, las
Shadowleaves, la cual está seriamente dañada. Shandris, quien se encuentra a
cargo de la base, le informa del sorpresivo ataque del Azote, pero Tyrande le
advierte que el verdadero enemigo es la Legión Ardiente. Como última salida,
Tyrande decide despertar a los druidas, quienes duermen el Sueño Esmeralda
desde hace diez mil años.
Al día siguiente, en las afueras
de los sagrados Claros de la Luna, las Centinelas se preparan para recuperar el
Cuerno de Cenarius, un poderoso artefacto que es el único que puede despertar a
los druidas de su profundo sueño. Sin embargo, los orcos, inadvertidamente, han
construido una base cerca de donde descansa el Cuerno, por lo que las Elfas se
ven obligadas a luchar con ellos para llegar al Cuerno. Para complicar las
cosas, los muertos vivientes han empezado a deforestar el bosque para llegar al
Túmulo donde descansa el druida más poderoso, que no es otro que Shan’do
Malfurion Stormrage. Si el Azote llega antes de que él despierte, todo se habrá
perdido.
El camino es largo y peligroso,
pero finalmente, las Centinelas de Tyrande logran derrotar a los ancestrales
Guardianes del Bosque, hijos de Cenarius que protegen el Cuerno, y recobrar a
tiempo el precioso artefacto. Tyrande sopla el Cuerno, y Malfurion se levanta
de su sueño. Inmediatamente, siente la cercana presencia de los muertos
vivientes, e invoca un ejército de treants para derrotar a los invasores.
Dos días más tarde, en la
profundidad del Valle de la Primavera y el Invierno, Malfurion agradece a
Tyrande el haberlo despertado, pues él, en la profundidad del Sueño Esmeralda,
podía sentir la corrupción de Kalimdor. Tyrande, sin embargo, se encuentra resentida
con él por haberla dejado sola por diez mil años. Malfurion sospecha que
Archimonde tratará de llegar a la cima del Monte Hyjal e intentará absorber los
poderes mágicos del Árbol del Mundo. Si esto sucede, la fuente de la vida en
Azeroth será destruida y el mundo estará condenado. Mientras discuten esto, una
cercana batalla entre humanos y muertos vivientes capta su atención. Malfurion
piensa que tal vez los extranjeros podrían ser útiles aliados contra la Legión,
pero Tyrande no confía en ellos. Los Elfos Nocturnos deciden establecer una
nueva base y despertar a los Druidas de la Garra, los cuales duermen cerca del
Valle.
Durante el camino, ejércitos de
la Alianza y la Horda luchan contra los muertos vivientes, obligando a los
elfos a movilizarse con cautela. Entonces, se encuentran con los furbolgs que
Tyrande anteriormente había ayudado. Lamentablemente, estos no lograron
escapar, pues al acercarse a una fuente a beber agua, ésta había sido
corrompida, y los furbolgs se habían vuelto locos y violentos. Profundamente
dolida, Tyrande se ve obligada a acabar con ellos. Para horror de los elfos,
una parte del bosque lentamente ha caído bajo el influjo maligno de un oscuro
espíritu, el cual deberá ser destruido para poder restaurar a los ancestrales espíritus
del bosque. Finalmente, luego de destruir a un grupo de Ancestros corrompidos
por los Sátiros de Tichondrius, Malfurion y Tyrande llegan al Valle, y usando
el Cuerno de Cenarius, Stormrage despierta a los Druidas de la Garra.
A la mañana siguiente, en las
cavernas de los Túmulos Profundos de Monte Hyjal, Malfurion y Tyrande buscan a
los Druidas de la Zarpa. Malfurion previene a sus tropas, pues los Túmulos
Profundos han estado sellados por casi tres mil años, por lo que no se sabe que
oscuras criaturas habrán hecho su hogar en los perdidos túneles.
Adicionalmente, Malfurion no sabe como los Druidas de la Zarpa responderán al
ver a los otros Elfos Nocturnos por primera vez desde que entraron en el Sueño
Esmeralda. Tyrande lo apresura, pues mientras más tiempo pase, más corromperá
el poder de la Legión los bosques de la superficie.
Luego de luchar dentro del
laberinto con una horda de arañas gigantescas, Tyrande y Malfurion se topan con
una tribu de furbolgs. En ese momento, Tyrande observa que aquel chamán que
había ayudado, había logrado escapar de la corrupción de sus hermanos, y que
una pequeña parte de la tribu sobreviviente se había escondido en las cavernas.
Sin embargo, el chamán había sido mordido por una araña venenosa. Para
salvarlo, Tyrande busca una fuente mágica de la vida, cuyas aguas restaurante
la salud del chamán. Una vez más, en retribución, el chamán le otorga un poderoso
Talismán de lo Salvaje, para que los Elfos invoquen la ayuda de los furbolgs
siempre que la necesiten.
Continuando su viaje, en la parte
más profunda de la caverna, encuentran una enorme puerta cerrada. Tyrande no
recuerda qué se oculta tras la puerta, pero Malfurion le dice lo que ésta representa:
la prisión de Illidan Stormrage, su hermano gemelo. Tyrande cree que Illidan
sería un perfecto aliado contra los demonios y los muertos vivientes, pero
Malfurion no concuerda, pues Illidan es demasiado peligroso como para traerlo
de nuevo a la superficie del mundo. Tyrande, furiosa, declara que solamente
Elune puede prohibirle cualquier cosa, y penetra a la prisión junto a sus
Centinelas para liberar al Cazador de Demonios. Malfurion, resignado, continúa
junto a sus druidas la búsqueda de sus hermanos.
Malfurion, finalmente, alcanza el
corazón de los Túmulos, pero para penetrar debe luchar contra un grupo de
Guardianes Wildkin, los cuales defienden a los “dioses oso”. Stormrage se
preocupa por esto, dado que los druidas normalmente se presentan con su forma
de elfo, y no como “dioses oso”. Más adelante, las fuerzas de Malfurion se
enfrentan a un pequeño grupo de dragones negros que se ha refugiado en la
oscuridad de las cavernas. Recordando la traición del Dragón Negro Neltharion
en la Guerra de los Ancestros, Malfurion los destruye. Sin embargo, el
siguiente descubrimiento del Shan’do es aún más terrorífico.
Los Druidas de la Zarpa habían
estado en su forma de oso por tanto tiempo, que habían sucumbido a sus
instintos animales y se habían vuelto feroces y poco inteligentes. El Cuerno de
Cenarius los había despertado ya, pero Malfurion necesitaba encontrar un lugar
para hacer sonar de nuevo el Cuerno y hacerlos entrar en razón. Los Druidas de
la Garra invocaron sus poderes de ciclón, con el objeto de neutralizar a los
Druidas de la Zarpa sin hacerles daño. Pronto los druidas recapacitan y vuelven
a su forma de elfo, disculpándose con Shan’do Stormrage. Rápidamente, todo el
grupo vuelve a la superficie.
Mientras tanto, Tyrande y las
Centinelas se adentraban en la prisión de Illidan, luchando contra las
Guardianas, una élite especial de Elfas Nocturnas que hacen de carceleras. La
prisión se encuentra fuertemente resguardada, pero la fría determinación de
Tyrande de derrotar a la Legión la ayuda, y las Guardianas no son rival para
las Centinelas. Pronto, Tyrande llega frente a la formidable celda de Illidan.
Allí, debe enfrentarse a Califax, el poderoso Guardián del Bosque, hijo de
Cenarius. Califax le advierte que no debe permitir la salida del traidor, sin
embargo, Tyrande está decidida, y luego de una gran batalla con el Guardián, la
Sacerdotisa logra vencerlo. Después de diez mil años prisionero bajo el
subsuelo, la voz de Tyrande parece la de un ángel para Illidan. Él le pregunta
porqué ha venido, y ella le responde que los demonios han regresado y que los
Elfos Nocturnos, una vez más, necesitan a su gran campeón. Illidan acepta
ayudar, pero lo hará para redimirse así mismo y no por los Kaldorei.
Una vez fuera de las cavernas, el
grupo de Tyrande se encuentra con Malfurion y los druidas. El reencuentro de
los dos hermanos no es nada alentador: Malfurion le recuerda a Illidan su
traición, y éste le reprocha el haberlo aprisionado, a lo que Malfurion
responde que fue consecuencia de sus propios crímenes. Illidan le recuerda que
ambos lucharon juntos contra los demonios, pero solamente él fue encerrado.
Tyrande interrumpe la discusión y arenga a los hermanos a reconciliarse para
poder derrotar a la Legión, pero Malfurion no quiere tomar parte y se marcha
con los druidas.
Al anochecer siguiente, en lo más
profundo de los corrompidos bosques de Felwood, Illidan saborea su libertad. El
Cazador de Demonios quiere probarle a su hermano que no es un villano, que los
demonios ya no tienen control sobre él. En ese momento, sobre una cercana
colina, aparece una tétrica figura: es Arthas, el Caballero de la Muerte. Ambos
empiezan a luchar, pero conforme avanza la pelea, se dan cuenta que sus fuerzas
están muy equiparadas y podrían seguir luchando por siempre, por lo que Illidan
le pregunta a Arthas qué es lo que realmente busca, y el Caballero de la Muerte
le explica que un Señor del Terror, llamado Tichondrius, tiene bajo su control
un poderoso artefacto, que es el que corrompe el bosque. Este artefacto es nada
menos que la Calavera de Gul’dan, el brujo orco, que Tichondrius ha rescatado
del colapso de Draenor luego de que Ner´zhul abrió los portales. Arthas desea
que Illidan robe este artefacto, pues la derrota de la Legión sería muy útil
para “su Maestro”. Illidan le pregunta por qué ha de creerle, y Arthas le responde
que su maestro sabe que la verdadera obsesión de Illidan es el poder. La
Calavera de Gul’dan le dará al Cazador de Demonios verdadero poder, y todos sus
enemigos serán derrotados. Una vez cumplida su misión, Arthas se aleja.
Sucumbiendo a su antigua adicción a la magia y al poder de la que siempre fue
esclavo, Illidan guía a sus fuerzas para atacar a los guardianes de la
Calavera.
A pesar de poseer dos bases de
Sátiros y Ancestros corruptos que protegen una puerta demoníaca, y estar
reforzados por cientos de guerreros esqueletos, las fuerzas de la Legión no
pueden detener el avance del Cazador de Demonios, quien barre con ellos como
antaño lo hiciera, utilizando para ello las poderosas Espadas Curvas de
Azzinoth. Derrotados los guardianes, Illidan se dispone a destruir la Calavera
de Gul’dan. Sin embargo, su adicción le ataca una vez más. En lugar de destruir
para siempre la Calavera, reclama su poder para sí. Al consumir sus oscuros
poderes, Illidan sufre una monstruosa metamorfosis y se transforma en un
híbrido de Elfo Nocturno y Demonio, con el suficiente poder para derrotar al
mismo Tichondrius. Una nueva y terrible batalla a lo largo del bosque de
Felwood se desarrolla entre Illidan y las fuerzas de Tichondrius.
Finalmente, luego de un enorme
combate, Illidan encuentra al Nathrezim rodeado por su guardia personal.
Tichondrius no reconoce a Illidan, y el Cazador de Demonios reta a Tichondrius
a una batalla. Aunque el Señor del Terror tiene inmensos poderes, la
combinación de los poderes demoníacos de Gul’dan y la magia elfa de Illidan
ahora lo hacen un retador impresionante, y Tichondrius el Oscuro es finalmente
derrotado.
Mientras Illidan se encuentra
exultante por su victoria sobre el Señor del Terror y sus nuevos poderes,
Tyrande y Malfurion llegan. El Shan’do pregunta al demonio qué ha hecho con su
hermano y no le reconoce hasta que Illidan explica sus acciones. Entonces,
ambos elfos se enfurecen al ver que Illidan sacrificó su alma para vencer a
Ticondrius, y el Archidruida inmediatamente expulsa a Illidan de Kalimdor para siempre.
Illidan se da media vuelta, y se adentra en el bosque, derribando los árboles a
su paso.
La Batalla del Monte Hyjal
“…y ahora, es mi turno de menguar
y tomar mi lugar entre las leyendas del pasado.”
Medhiv antes de partir.
Dos días después, en un tranquilo
claro del Monte Hyjal, Tyrande y Malfurion discuten acerca de un sueño que el
Shan’do tuvo la noche anterior. Malfurion soñó que un cuervo lo llamaba hacia
ese claro. Tyrande se encuentra impaciente pues las preparaciones para el
combate contra la Legión no pueden esperar. En ese momento, Thrall y Jaina
Proudmoore llegan al claro, refiriendo que ellos fueron llamados a ese lugar
también. Tyrande les deja claro que los orcos y los humanos no son bienvenidos
en Ashenvale.
Justo en ese instante, un gran
cuervo aparece entre los líderes y se metamorfosea en el Profeta. Una vez más,
habla a los héroes sobre la unión de todos los ejércitos como única opción para
salvar al mundo de los demonios. Cuando Malfurion pregunta al Profeta acerca de
su identidad, el misterioso viajero finalmente revela sus secretos.
Él es la razón del regreso de la
Legión. Hace treinta y cuatro años, él abrió el Portal Oscuro y trajo a los
orcos al mundo de Azeroth. En el proceso, inadvertidamente dejó pasar a los
agentes de la Legión Ardiente a la realidad mortal. Por sus crímenes, fue
asesinado por sus amigos. Luego de su muerte, la guerra devastó los reinos del
este por muchos años, dejando muchas regiones desoladas Ahora, finalmente, ha
regresado para redimirse de sus pecados y hacer lo que tenía que hacer desde el
principio. El es Medivh, el Último Guardián de la Orden de Tirisfal, y ha
venido para unir a las razas mortales contra los enemigos de todo lo que vive.
Los héroes, paralizados por las grandes revelaciones, acuerdan rápidamente unir
sus fuerzas contra Archimonde el Profanador y la Legión Ardiente.
A la mañana siguiente, cerca de
la cima del Monte Hyjal, los Elfos Nocturnos, la Horda y la Alianza planean su
defensa de la montaña. Jaina aparece en la reunión y porta terribles noticias.
Archimonde, la Guardia del Apocalipsis, los Infernales, los Señores del Foso,
los Señores del Terror, los Sabuesos del Infierno y el Azote se encaminan hacia
el Árbol del Mundo, y llegarán a las bases de los aliados en cualquier momento.
Malfurion revela que los Elfos Nocturnos derrotaron a la Legión hace diez mil
años, y gracias al Árbol del Mundo, son inmortales. Ahora es el momento de devolverle
ese poder al Árbol del Mundo para que él les pueda ayudar a repeler a
Archimonde y salvar Azeroth de la aniquilación. El Shan’do inmediatamente parte
hacia la cima de Hyjal para planear la acción.
Mientras tanto, los otros
acuerdan que los Centinelas de Tyrande proveerán soporte y ayuda a las bases de
la Alianza y la Horda y las protegerán del avance de la Legión. Esto le dará a
Malfurion tiempo suficiente para preparar las defensas de Nordrassil. Antes de
que la reunión se deshaga, Tyrande se disculpa con Thrall y Jaina por mal
juzgarlos y ella les da la bendición de Elune. Los cuatro líderes saben que
muchos de sus valientes caerán ese día, pero si el plan de Shan’do Stormrage
funciona, no morirán en vano.
En ese momento, Shandris alerta
que Archimonde el Profanador ha dado la orden de ataque, y las fuerzas de élite
de los demonios de la Legión junto a los guerreros del Azote asaltan la
montaña. Ayudado por tres de sus más grandes lugartenientes, el temible Señor
del Foso Azgalor, el Nathrezim Anetheroc y el Lich. Jaina y sus humanos, altos
elfos y enanos levantan una gran resistencia con sus torres y barricadas. Al
final, la base de Jaina es la primera en caer, aunque las fuerzas de Archimonde
sufren grandes dificultades. Sobre las ruinas de las fortificaciones de Lady
Proudmoore, Archimonde levanta una nueva base.
La Legión avanza hasta la base de
la Horda, y luego de una gran defensa por parte de los orcos, los tauren y los
trolls Darkspear, finalmente logran derrotarlos. Archimonde confronta a Thrall,
amenazándolo con destruir a su raza por rebeldes, pero el joven orco le
responde que ellos, al fin, son libres. Thrall finalmente es rescatado por
Jaina. Una vez más, los defensores se ven obligados a retroceder ante el feroz
ataque de los invasores. Ahora, únicamente la base de los Elfos Nocturnos de
Tyrande resiste el ataque. Aun así, los ejércitos mortales logran infligir un
gran daño a las fuerzas de Archimonde, y se ganan un poco de tiempo para que
Shan’do Stormrage finalice la trampa.
La Alianza, la Horda y los Elfos
Nocturnos hacen su defensa final en base de los Kaldorei, y la batalla llega a
su punto álgido. Archimonde, minimizando la gran resistencia de los ejércitos
mortales, desata toda la furia de la Legión y el Azote. Olas de muertos
vivientes y Guardianes del Apocalipsis chocan contra los defensores del campamento
de Tyrande y luchan contra los venerables Ancestros y treants. Sabuesos del
Infierno atacan a los poderosos magos humanos, chamanes orcos y druidas elfos
nocturnos, y Dragones de Hielo y Gárgolas atacan desde los cielos, mientras las
Centinelas les lanzan cientos de flechas y los Wyvern, Grifos y Quimeras luchan
por sacarlos del espacio aéreo. Iracundos guerreros esqueletos, necrófagos,
zombis y abominaciones se enfrentan a las disciplinadas fuerzas de los
paladines, los fusileros enanos, los hechiceros altos elfos, los guerreros
orcos, los poderosos tauren, los trolls Darkspear y las cazadoras elfas
nocturnas de Shandris. Los furbolgs, bajo el mando de su chamán, en retribución
a la ayuda que tantas veces recibieron de Tyrande, se han unido a la batalla.
Los Trolls Oscuros, cuyas tribus pueblan Ashenvale, han comprendido que la
única salvación de su raza es aliarse con Tyrande y los suyos, aunque sea como
mercenarios. Heridos, disminuidos, los defensores se retiran hasta el Árbol del
Mundo. Archimonde, sintiendo la victoria al alcance de la mano, arrasa la
montaña, derribando al suelo las estructuras de los Elfos Nocturnos. Seguro de
su triunfo sobre las razas mortales, el Eredar inicia el ascenso de Nordrassil
y se prepara para drenar su poder.
Sin embargo, Malfurion informa a
sus aliados que las defensas están completas y que Archimonde camina
directamente a la trampa del Shan’do.
Tomando el Cuerno de Cenarius en
sus manos, Malfurion lanza un largo sonido que no se escuchaba desde la Guerra
de los Ancestros. Uno por uno, los Espíritus del Bosque dejan los árboles de
Ashenvale y comienzan a rodear el Árbol del Mundo y a Archimonde. El demonio se
da cuenta de lo que ocurre, pero es tarde. Los poderes combinados de Nordrassil
y los Espíritus de Ashenvale son superiores al Señor de los Demonios, y la
energía es tan poderosa, que finalmente, Archimonde se consume.
Con su último aliento de agonía,
Archimonde explota y envía una onda de fuego de arrasa con el bosque. Cientos
de acres son quemados, y Nordrassil sufre severas quemaduras. El Líder de la
Legión Ardiente es destruido. Asombrados y confundidos, los demonios huyen
hacia los bosques, donde más tarde serán cazados y muertos.
Medivh observa como los ejércitos
de las razas mortales celebran su victoria. Miles de vidas se han perdido y el
mundo de Azeroth ha sido severamente dañado. Sin embargo, si los humanos, los
orcos y los elfos nocturnos pudieron dejar atrás los viejos rencores y unirse,
tal vez el mundo aún tiene esperanzas.
Su tarea está completa. Medivh se
prepara para dejar Azeroth para siempre y tomar su lugar entre las leyendas del
pasado.
La Venganza del Traidor-El Despertar de los Naga
“Traidor… en verdad, fui yo quien
fue traicionado… ahora, mis ojos pueden ver aquello que se oculta a los ojos de
los otros. Hay momentos en que la mano del destino debe ser forzada… Ahora
vayan… Suman al mundo en las mareas de la perdición”.
Sobre las costas de Kalimdor, una
siniestra figura emerge en medio de una naciente tormenta. Enormes alas de
murciélago y cuernos de demonio, sin embargo, la oscura figura no es otro que
Illidan Stormrage, el traidor Elfo nocturno. Ahora, al absorber los poderes de
la Calavera de Gul’dan, ha entrado en conocimiento de profundos secretos que
otros, por muchos milenios, han desconocido. Invocando las oscuras fuerzas de
la profundidad de los mares, Illidan prepara un ejército para asolar nuevamente
a la superficie del mundo.
En la profundidad de los
corrompidos bosques de Ashenvale, la Guardiana Maiev Shadowsong continúa su cacería
del traidor Illidan Stormrage. El Cazador de Demonios, para salvar al bosque de
la creciente corrupción de la Legión Ardiente, consumió los ocultos poderes de
la Calavera de Gul´dan, el malvado brujo orco. Despreciado por los suyos, el
ahora mitad elfo mitad demonio se oculta entre las sombras del oscuro bosque,
mientras su Guardiana intenta regresarlo nuevamente a la profundidad de la
oscura prisión de los Tálamos Oscuros. Sus fuerzas, conocidas como los
Vigilantes, al mando de su segunda de confianza, Naisha, exploran las ruinas de
un destruido asentamiento de los Elfos Nocturnos en la costa este de Kalimdor.
En este momento, unas repulsivas criaturas, con aspecto de serpiente marina y
piel escamosa, les atacan. Estas desconocidas, llamados Naga, al parecer han
plegado su lealtad a Illidan. Éste, mientras las fuerzas de Maiev combaten con
los Naga, escapa a través del mar en un barco. La Guardiana ordena la
persecución.
La flota de Maiev persigue a
Illidan a través del Gran Mar. Al cabo de unos días, llegan a las tempestuosas
aguas del Maelstrom. Maiev y sus Vigilantes desembarcan en un archipiélago
desconocido, el cual no figura en ninguno de los mapas. Este archipiélago
corresponde a las Islas Abruptas, que Gul´dan, con la ayuda de sus clanes
aliados, hizo emerger del fondo del océano durante la Segunda Guerra entre la
Horda y la Alianza. Es allí donde se encuentra la legendaria Tumba de Sargeras,
donde Aegwynn colocó el cuerpo del Señor de la Oscuridad luego de derrotarlo en
Northrend.
Los Elfos Nocturnos erigen una
base en la costa de la isla mayor e inicia la exploración del archipiélago.
Observando las antiguas ruinas de la isla, Maiev se sorprende, pues empieza a
reconocer las estructuras como las que pertenecieron a destruido Imperio de
Aszhara. Sorpresivamente, hallan a un viejo brujo orco llamado Drak'tul, quien
les narra que él fue uno de los brujos del clan Stormreaver que acompañó a
Gul´dan en su aventura en las Islas Abruptas. Muerto Gul´dan por los demonios
guardianes de la tumba, los clanes rebeldes fueron arrasados por las
encolerizadas fuerzas de Orgrim Doomhammer, siendo Drak’tul el único
sobreviviente. Desde esa época, el orco ha vivido como un ermitaño en las
olvidadas islas por veinte largos años. Drak’tul vive atormentado por los
espíritus de los orcos caídos, por lo que ruega a Maiev le ayude a calmar a los
confundidos fantasmas. Luego de luchar contra los esqueletos orcos, Maiev
destruye los antiguos ziggurats por donde los espíritus regresan al mundo de
los vivos. El viejo Drak’tul, perdonado por la Guardiana, se introduce en su
tienda a esperar el final de sus días.
Conforme se acercan a la Tumba,
Maiev y las Vigilantes tienen que luchar contra las bases que los Naga han
construido alrededor de la entrada. Adentrándose en la tumba, Maiev encuentra
unas antiguas runas encantadas, colocadas en las columnas por Gul’dan, donde el
brujo narra su desastroso viaje en busca del Ojo de Sargeras, un poderoso artefacto
mágico que le daría los poderes de un dios. Emboscado por los demonios que
guardan la tumba, Gul’dan muere sin alcanzar su ansiado premio. Maiev penetra
profundamente en el laberinto, hallando a las horribles criaturas que mataron a
Gul’dan, así como una estatua de Aszhara, la hermosa y caída reina de los
elfos. Pero esta estatua es diferente. Se asemeja a un naga…
Finalmente, Maiev se enfrenta a
Illidan y a sus monstruosos Naga. Al absorber los poderes de la Calavera,
Illidan también adquirió la memoria de Gul’dan, por lo que conocía la
localización exacta de la tumba y sus maléficos poderes ocultos. Illidan ha
hallado el Ojo de Sargeras, y para demostrar sus nuevos poderes, inicia un
terremoto para colapsar la tumba sobre Maiev y sus Vigilantes. La Guardiana
logra escapar, gracias a sus poderes, pero Naisha y sus compañeras quedan atrapadas
dentro de la tumba y son aplastadas por el derrumbe. Jurando vengar a las
Vigilantes, Maiev envía un mensajero hacia Kalimdor, para informar a Shan’do
Stormrage de los planes de su hermano gemelo.
Mientras tanto, en la base del
Árbol del Mundo Nordrassil, Malfurion Stormrage y Tyrande Whisperwind se
encuentran organizando las labores para sanar su dañada tierra. A pesar de
haber derrotado y expulsado a la Legión Ardiente, su corrupción aún carcome a
los bosques de Ashenvale. Mientras discuten las implicaciones de su nuevo
hogar, llega la mensajera de la Guardiana Shadowsong con el terrible reporte.
Reuniendo todas las fuerzas que pueden, los dos parten hacia las Islas
Abruptas.
En las Islas, Maiev y las pocas
fuerzas que sobreviven libran una desesperada resistencia contra los Naga de
Illidan. La llegada de Malfurion y Tyrande inicia una fiera batalla contra las
fuerzas del traidor, pero finalmente, la base de Illidan es destruida. Sin
embargo, el Cazador de Demonios logra escapar nuevamente, dirigiendo a su flota
cada vez más al este.
Desembarcando en el arrasado
reino de Lordaeron, Malfurion decide penetrar en el bosque y comulgar con los
espíritus de la naturaleza, encargando a Maiev y a Tyrande la búsqueda de su hermano.
La joven Guardiana tiene resentimiento hacia la Sacerdotisa, pues la culpa, en
primera instancia, de haber liberado a Illidan. Mientras exploran el destruido
continente, se encuentran con un grupo de Altos Elfos sobrevivientes.
Liderados nada menos que por el
joven príncipe Kael´thas Sunstrider, el último de la dinastía de Dath´Remar,
estos Altos Elfos han jurado venganza por la muerte de sus hermanos y la
destrucción de su reino encantado, Quel’thalas, por parte del Azote. Por esta
razón, se hacen llamar Elfos Sanguinarios. Sin embargo, para mantener su
palabra de honor, Kael ha decidido que sus elfos sigan siendo fieles a la
Alianza. Kael era miembro del Concejo de los Altos Elfos, y fue uno de los
pocos magos del Concejo que logró escapar de la destrucción de Silvermoon por
parte del Azote.
Kael solicita a las elfas
nocturnas que les ayuden a trasladar sus fuerzas hacia una zona más segura, la
villa Pyrewood, controlada por los humanos, al otro lado del río Arevass. A
pesar de las protestas de Maiev, quien insiste en continuar la cacería de
Illidan, Tyrande accede a ayudar al príncipe elfo. Escoltando su convoy con
suplementos y refuerzos, los Elfos Nocturnos y los Elfos Sanguinarios se adentran
en los peligrosos territorios controlados por el Azote. Tyrande previene al
príncipe acerca de los peligros de la venganza y la ira, y sus desagradables
consecuencias. Al principio, atacados por pequeños comandos de los muertos
vivientes, la caravana logra llegar hasta un puente. Al otro lado, las fuerzas
de la Alianza han logrado detener el avance del Azote, y es seguro por el
momento. Sin embargo, al cruzar el puente, son atacados por una enorme ola de
muertos vivientes. Sabiendo que la caravana no resistirá el ataque, la
Sacerdotisa de la Luna ordena a los elfos replegarse al otro lado del río,
mientras ella retrasa, invocando los poderes de Elune, al masivo ejército.
Aunque la Sacerdotisa, asombrosamente, logra detener el avance de los muertos,
el inmenso poder desplegado hace colapsar al puente, y Tyrande cae hacia las
turbulentas aguas del río. A pesar de las protestas de Kael, quien trata de
salvar a la Sacerdotisa, Maiev decide que Tyrande está perdida y ordena
continuar la búsqueda de Illidan.
Mientras tanto, en las
profundidades del bosque de Silverpine, Malfurion inicia su comunicación con
los espíritus, quienes le advierten que su hermano planea utilizar los vastos
poderes del Ojo de Sargeras para destruir la base de un glaciar en el helado continente
de Northrend. Sin conocer bien los motivos de Illidan, pero sabiendo que esto
podría provocar la destrucción de todo el planeta, Malfurion parte para
encontrarse con sus aliados.
Extrañado de no encontrar a
Tyrande, Malfurion pregunta por el paradero de su amada. Maiev, sabe que, si le
cuenta la verdad al Shan’do, este partirá de inmediato a buscar a la
Sacerdotisa, y la cacería de Illidan sufriría una nueva demora, por lo que le
dice que ella personalmente vio cuando Tyrande era partida en dos por los
muertos vivientes y que la única manera de vengar a la sacerdotisa es hallando
al Cazador de Demonios. Aterrorizado y con el corazón roto por la supuesta
pérdida de su amada, Malfurion decide acabar con Illidan sin importar cual sea
el costo.
Las fuerzas aliadas de Elfos
Nocturnos y Elfos Sanguinarios viajan hacia las ruinas de la ciudad de Dalaran,
donde los hechiceros naga de Illidan invocan los oscuros poderes del Ojo de
Sargeras, mientras constantes terremotos empiezan a resquebrajar la integridad
de los continentes. Ambas naciones elfas se unen para resistir y contraatacar a
los Naga de Illidan. Durante uno de los ataques a la base naga, los elfos
encuentran a Magroth, un Paladín de la Orden de la Mano de Plata, quien había
sido capturado por los Naga. Ayudados por los poderes divinos de Magroth, los
elfos logran penetrar en la fortaleza de los Naga, y Malfurion en persona
confronta a su hermano y destruye el Ojo de Sargeras. Mientras que Illidan
lamenta que sus esfuerzos para derrotar a “nuestro enemigo común” hayan
fracasado, Malfurion logra capturarlo con las enredaderas de un árbol. La
Guardiana Maiev Shadowsong rápidamente lo sentencia a muerte por sus crímenes,
incluyendo la muerte de Tyrande, pero en el momento en que se apresta a ejecutarlo,
el príncipe Kael le dice al Shan’do que la sacerdotisa aún puede estar viva.
Malfurion, decepcionado y enfadado por el engaño de Maiev, la captura también
en una enredadera. Illidan, al escuchar el predicamento de su eterna amada,
inmediatamente pone a disposición de su hermano a sus naga, para ayudar en el
rescate de Tyrande. Superando más de diez mil años de odios y rivalidades, por
fin, los dos hermanos Stormrage se unen nuevamente en busca de un mismo
objetivo.
En ese momento, Tyrande y un
reducido grupo de Centinelas luchan con todas sus fuerzas contra el ataque del
Azote. Las fuerzas combinadas de los Elfos Nocturnos, los Elfos Sanguinarios y
los Naga, sin embargo, logran arrasar la base de los muertos y replegar a los
enemigos, hasta que finalmente, Illidan en persona rescata a la Sacerdotisa,
quien se asombra de ver quién es su salvador. Con todos a salvo, finalmente
Malfurion e Illidan arreglan sus diferencias y se reconcilian definitivamente,
pero Illidan decide dejar Azeroth para evitar la cólera de “su nuevo maestro”.
Abriendo un portal interdimensional, el Cazador de Demonios pasa a otra
dimensión. Maiev y los Vigilantes, sin embargo, encolerizados por la huída del
hechicero, rápidamente lo persigue a través del portal, en un intento de ajusticiar
a Stormrage. Shan’do y Tyrande, finalmente, deciden abandonar el ruinoso
Lordaeron y volver a sus amadas tierras de Kalimdor.
Apogeo de los Elfos Sanguinarios
“Los pocos que quedamos de
nosotros, nos hacemos llamar Elfos Sanguinarios, en homenaje a nuestros amados
caídos”.
Luego de ayudar a las fuerzas de
los elfos nocturnos lideradas por Maiev, Tyrande y Malfurion a impedir que
Illidan terminara su hechizo sobre la tierra de Northrend, el príncipe Kael y
sus guerreros vuelven a sus asuntos. Su oficial al mando, el gran mariscal
Garithos les reprocha por la tardanza en llegar a sus puestos. Aunque Kael
intenta explicarle lo ocurrido a Garithos no le interesa escuchar sus excusas y
le da sus nuevas órdenes: el y los demás elfos deben reparar unos observatorios
para poder vigilar mejor el avance de las fuerzas de la Plaga, a lo que Kael se
opone añadiendo que son guerreros y deben estar en la batalla pero aun así
Garithos les reitera lo que deben hacer sin protestar y se marcha.
Kael y sus hombres llegan al
primer observatorio y los ingenieros empiezan a trabajar, cuando terminan ven
que el segundo observatorio esta en una isla y no tienen medios para llegar. Al
avanzar por la ciudad en ruinas Kael y sus guerreros se enfrentan a unos pocos
demonios que han quedado en la zona y a algunos muertos vivientes pero al
llegar a la costa no encuentran ningún barco que los lleve. En ese momento unos
naga aparecen ante los elfos, Kael se prepara para el combate pero la líder
naga, llamada Lady Vashj lo detiene diciendo que no han venido a pelear, que
han venido a ayudarlos contra su enemigo común: los muertos vivientes. Kael
desconfia y dice que no necesitan ayuda alguna pero reconsidera al ver que los
naga han traído barcos para que puedan cruzar hasta la isla. Kael tiene sus
dudas sobre los naga pero al ver que no tiene opciones termina aceptando su
ayuda.
Una vez en la isla, los Elfos
Sanguinarios se ven obligados a enfrentarse a algunas fuerzas del Azote que han
acampado al otro lado de la isla. Para colmo, frente al segundo observatorio,
los Trolls Amani, los acérrimos y ancestrales archirrivales de los Altos Elfos,
han construido una aldea. Luego de una tremenda lucha contra ambas fuerzas,
Kael finalmente logra su objetivo.
El tercer observatorio,
localizado en la costa opuesta del lago, se encuentra defendido por el último y
más poderoso jefe Gnoll, quien planta gran resistencia al asalto de los Elfos.
Luego de enfrentarse personalmente con Hooger, Kael completa su misión.
Al día siguiente, en la base de
la Alianza, Kael y sus elfos se encuentran listos para movilizarse. En ese
momento, llega un emisario de Garithos, quien informa que un enorme ejército
del Azote se aproxima sobre la base de los Altos Elfos. Sin embargo, Garithos
necesita a todas las fuerzas disponibles en el frente, por lo que ordena que
todos los humanos se dirijan hacia su base. Esto deja prácticamente indefenso a
Kael y sus hermanos. En el momento de atacar los muertos vivientes, nuevamente
Vashj y los Naga aparecen y ofrecen su ayuda al joven Príncipe. Una vez que los
muertos han sido derrotados, Garithos llega a la base de Kael justo en el
momento en que Vashj y sus Naga dejan el combate. Enfurecido, el Gran Mariscal
acusa a Kael de traición y envía a encerrar a todos los elfos en las prisiones
mágicas de Dalaran.
Kael´thas y sus elfos
sanguinarios languidecen su prisión en las mágicas mazmorras de Dalaran,
aguardando su inevitable ejecución a mano de Garithos. Lady Vashj y sus naga
logran infiltrarse en los acueductos de la ciudad y liberan al príncipe elfo.
Kael les dice que su gente está empezando a enloquecer debido a la gran ausencia
de magia a la cual se ven expuestos desde la destrucción del Pozo del Sol,
entonces Vashj le ofrece una nueva fuente de poder mágico bajo la sombría mano
de su maestro, Illidan Stormrage, quien puede saciar las necesidades de magia
de los elfos sanguinarios. Kael cae en una encrucijada: morir ejecutado por los
humanos o entregarse a la voluntad del semi-demonio. Los elfos sanguinarios
deciden dejar atrás Lordaeron y aceptan la oferta de Vashj.
En la profundidad de los
laberintos de Dalaran, Kael y Vashj deben enfrentarse a las fuerzas de
Garithos, a la vez que liberan a los elfos sanguinarios prisioneros. Al llegar
a la gran biblioteca, Kael percibe la energía de los fantasmas de los
archimagos asesinados por Arthas durante el asedio de la Ciudadela Violeta, los
cuales continúan luchando después de muertos, reviviendo su última batalla.
Después de darles paz a sus espíritus, Kael debe enfrentarse al carcelero de
Dalaran, un viejo amigo suyo, quien está dispuesto a no dejarlos escapar, por
lo que Kael tiene que matarlo. Finalmente, al salir a la superficie, Vashj
informa a Kael que el antiguo portal que el Lich Kel´thuzad utilizó para que
Archimonde entrara en Azeroth continúa abierto, y es por allí donde van a escapar.
Mientras los ingenieros elfos levantan
una serie de torres alrededor del portal, Kael y Vashj luchan contra las
fuerzas humanas de Garithos que intentan evitar el escape. Finalmente todos los
elfos sanguinarios han logrado pasar a través del portal, dejando atrás para
siempre, la tierra que los cobijó por diez mil años.
El nuevo mundo es una dimensión
caótica, rocosa, seca y rojiza, de retorcida vegetación. Esta nueva dimensión
se llama Outland, y corresponde al remanente de lo que fue el antiguo Draenor,
el hogar original de los orcos, destruido por los múltiples portales de
Ner’zhul. Después de muchos días de buscar a Illidan, las fuerzas de Vashj y
Kael finalmente dan, asombrados, con un campamento de elfos nocturnos. En él,
la Guardiana Maiev Shadowsong finalmente ha logrado capturar al antiguo Cazador
de Demonios, y enjaulándolo en una celda especial, se dispone a volver a Ashenvale
para ajusticiar al traidor. Una tremenda batalla se da entre ambas fuerzas.
Maiev, recordando la imprudencia de Kael cuando la delató ante Malfurion, y viendo
que el príncipe elfo se ha aliado con los Naga, pone feroz resistencia al
ataque. Luego del fiero combate, Maiev es mortalmente herida por una flecha de
Vashj, y derrotada, pierde a su presa. Illidan es finalmente liberado. La
Guardiana, aunque aún vive, escapa junto a sus Vigilantes en la incertidumbre
del rojo mundo.
Kael e Illidan son presentados.
El Cazador de Demonios le revela al joven príncipe que tanto los naga como los
altos elfos una vez fueron una sola raza, los ilustres Bien Nacidos, los favoritos
de Aszhara, la enloquecida reina de los Elfos Nocturnos. Cuando Illidan fue
liberado por Tyrande de la prisión de los Tálamos Profundos, secretamente fue
contactado por nada menos que Kil’jaeden el Embaucador, quien le reveló la
existencia del Rey Lich Ner’zhul, encerrado en el Trono de Hielo en Northrend.
Kil’jaeden sabe que el Rey Lich planea liberarse a toda costa de su prisión, y
se ha enterado de la traición de Arthas, quien informó al mismo Illidan de la
existencia de la Calavera de Gul’dan, que a la postre le costó la victoria a la
Legión Ardiente. Ahora, temiendo que el Rey Lich llegue a ser demasiado
poderoso si logra liberarse, Kil’jaeden promete a Illidan poder infinito por
destruir el Trono de Hielo. Esa es la razón de que Illidan robara el Ojo de
Sargeras en primer término, con el propósito de crear un gran cataclismo que
destruyera Northrend y al Rey Lich. Ahora que ha fracasado gracias a la
intervención de Malfurion y Tyrande, Illidan teme que Kil’jaeden derrame su
furia sobre él, por lo que ha decidido ocultarse en Outland.
Para asegurarse el dominio del
destruido mundo, Illidan decide destruir la Ciudadela Negra, una fortaleza que
está regida por Magtheridon, un Señor del Foso subordinado a Mannoroth el Destructor,
quien ejerce su brutal poder sobre Outland en nombre de la Legión Ardiente.
Illidan sabe que para vencer a Magtheridon, primero necesita destruir tres
portales mágicos remanentes de los construidos por Ner’zhul, de donde el Señor
del Foso obtiene refuerzos provenientes del Torbellino de la Nada.
Luego de asediar y destruir el
primer portal, las fuerzas de Illidan se encuentran con Orcos del Caos,
sobrevivientes del colapso de Draenor que han sido esclavizados por Magtheridon
y reclutados en el ejército de la Legión. Estos Orcos del Caos, corrompidos por
el maligno poder de la Legión, se encuentran dirigidos por Rend y Maim, los
hijos de Blackhand el Destructor, Señor de la Guerra durante la Primera Guerra
contra los humanos. Convertidos ahora en despiadados orcos del caos, Rend y
Maim se opondrán a todos los planes de Illidan. Para su fortuna, éste encuentra
a Akama, el último chamán de los draenei, quien resiste el asalto de las
fuerzas de los orcos en una pequeña ciudad mortuoria, el último vestigio de su
agonizante civilización. Illidan ofrece a los draenei ayudarles a derrotar a
los orcos si estos les ayudan en la guerra contra Magtheridon.
Destruidos los tres portales,
Illidan y los suyos inician el asedio de la formidable fortaleza de la
Ciudadela Negra. Gracias a los poderes de camuflaje de los draenei, Akama logra
penetrar dentro de la fortaleza, y destruye las torres y sistemas de seguridad,
permitiendo el asalto de Illidan, los naga y los elfos sanguinarios. Kael y
Vashj se encargan de matar a los lugartenientes de Magtheridon, la diabólica
diablesa Sucubus, la Dama de los Tormentos, y el Señor de la Destrucción, un
voraz demonio de la Guardia de la Perdición, y tras asesinar a Rend y Maim,
finalmente Illidan enfrenta a Magtheridon. Este cree que Illidan es un agente de
la Legión que viene a probarlo, pero Illidan lo despacha rápidamente y reclama
Outland para él.
Aún no ha terminado de saborear
su victoria, cuando una enorme nube de energía caótica se forma en el
horizonte. Kil’jaeden el Embaucador aparece frente a Illidan y sus seguidores.
Le reclama su estupidez al pretender ocultarse de él en Outland, y le ofrece a
Illidan una última oportunidad para destruir el Trono de Hielo para escapar de
su rabia. Temeroso, Illidan accede. Vashj y los Naga, Kael y los Elfos Sanguinarios
juran lealtad a Illidan y viajan con él a Northrend, mientras que Akama y los
draenei asegurarán las fuerzas del Cazador de Demonios en Outland.
Guerra Civil en las Tierras de la Plaga – La Rebelión de los
Forsaken
“Desde hoy en adelante, solamente
seremos los Forsaken”.
En los arruinados jardines de la
Ciudad Capital de Lordaeron, los Señores del Terror Nathrezim, los generales de
Archimonde, discuten acerca de sus futuros planes para la Legión, mientras son
secretamente observados por el lich Kel’thuzad y la banshee Sylvanas
Windrunner, la antigua Ranger elfa. Los tres Señores del Terror, Balnazzar,
Detheroc y Varimathras, no han tenido noticias de Archimonde desde hace meses y
comienzan a sentirse ansiosos. Detheroc y Varimathras argumentan abandonar al
Azote y volver al Torbellino del Vacío, pero Balnazzar, el mayor y más poderoso
de los tres, piensa que Archimonde los contactará, por lo que deben mantener
sus posiciones. Cuando la reunión está a punto de terminar, súbitamente las
puertas de los jardines son derribadas, y Arthas aparece.
Agradeciéndoles por cuidar de su
reino, el Caballero de la Muerte ordena a los Nathrezim abandonar
inmediatamente Lordaeron o sufrir su furia.Detheroc lo refuta y los tres Señores del Terror
desaparecen fuera de su alcance. Kel’thuzad y Sylvanas se acercan y congratulan
al príncipe. Arthas se nombra a sí mismo como Rey de Lordaeron, y decide
terminar de erradicar a la humanidad de sus tierras. Los tres generales del
Azote se separan y se dirigen a destruir a los últimos refugiados humanos de
Lordaeron. Mientras luchan por asesinar a todos los humanos sobrevivientes,
Arthas sorpresivamente se encuentra con dos paladines de la Orden de la Mano de
Plata, quienes se disponen a resistir al Azote y permitir el escape de los
humanos. Dagren el Cazador de Orcos y Magroth, quien ayudara a Malfurion y
Tyrande en su batalla con Illidan, han organizado un grupo de resistencia entre
los remanentes de la Alianza de Lordaeron, y resisten el embate del Azote.
Finalmente, Arthas, Kel’thuzad y Sylvanas logran derrotarlos y asesinarlos.
Lordaeron ha dejado de ser un reino humano.
Todavía Arthas no acaba de
celebrar su naciente victoria, cuando es repentinamente atacado por una
convulsión psíquica, proveniente del Rey Lich. Ner’zhul advierte al Caballero
que la ciudadela de Icecrown se encuentra bajo inminente ataque, e inmediatamente
le ordena volver a Northrend para defender el Trono de Hielo. Para empeorar las
cosas, los grandes poderes del Rey Lich cada vez van menguando continuamente.
El Caballero de la Muerte suspende la cacería y regresa a la Ciudad Capital
junto a Kel’thuzad para hacer los preparativos del viaje a Northrend.
Mientras tanto, en la oscuridad
de los remotos bosques de los Claros de Tirisfal, Sylvanas Windrunner se reúne
en un mitting secreto con los tres señores del terror Nathrezim. Con el debilitamiento
del Rey Lich, la banshee ciertamente ha recuperado el control sobre sí misma y
sus acciones, y se ha independizado del poder de Ner’zhul. Silvanas desea
desesperadamente tomar venganza por su condición de muerto viviente y por la
destrucción de su amada Quel’thalas. Los Nathrezim han confirmado la derrota de
la Legión Ardiente a manos de los ejércitos mortales, y desean tomar el control
del Azote destruyendo a Arthas y a Kel’thuzad. Silvanas acuerda con ellos
destruir al Caballero, pero se niega a revelar sus métodos. La reunión se
disuelve, y los Señores del Terror se preparan para la rebelión.
De vuelta en el destruido palacio
de Terenas, Arthas y Kel’thuzad discuten acerca de las posibles causas de la
debilidad del Rey Lich y sus consecuencias para el Azote. En ese momento,
Balnazzar, Detheroc y Varimathras aparecen, y toman control mental de los
guerreros del Azote. Arthas y Kel’thuzad son separados, y el Caballero de la
Muerte se ve obligado a combatir, con fuerza y astucia, a sus anteriores fieles
guerreros.
Una vez fuera de la capital,
aparecen las banshees de Silvanas, que ayudan a Arthas a escapar y lo conducen
a él y sus tropas a un desolado claro en medio del bosque, en las afueas. Allí,
las banshees destruyen a las tropas de Arthas, y Silvanas aparece, lanzando una
flecha envenenada al Caballero de la Muerte. Prometiendo darle una muerte
tortuosa y horrible, Sylvanas se dispone a acabar con Arthas, pero en ese
momento, aparece Kel’thuzad con fuerzas leales, y las banshee huyen en medio de
la oscuridad. Satisfechos de haber ahuyentado a las fuerzas rebeldes, los dos
líderes de los muertos vivientes se dirigen hacia los muelles. Arthas deja el
Azote en manos de Kel’thuzad y parte con su flota hacia Northrend.
La Dama Oscura
![]() |
Sylvanas |
Ante el inminente ataque del
Señor del Terror, Silvanas ordena a sus banshees buscar fuerzas suficientemente
fuertes para combatir. Las banshees poseen a varias tribus de Gnolls, ogros y
bandidos humanos que se encuentran ocultos entre los bosques. Con la ayuda de
estas poderosas fuerzas, Silvanas logra vencer a Varimathras y arrasar su base.
Cuando la Ranger oscura se prepara para despachar al Señor del Terror,
Varimathras ofrece hacer un trato con ella a cambio de su vida: Varimathras le
ayudará a derrotar a sus dos hermanos, Detheroc y Balnazzar. Aunque Silvanas
sospecha de las verdaderas razones de la alianza con el Señor del Terror,
acepta el trato.
Las fuerzas de Silvanas y
Varimathras se preparan para asaltar la base de Detheroc en el este de la
Ciudad Capital. Detheroc, para fortalecer sus fuerzas, ha controlado
mentalmente a un general de la Alianza, que no es otro que el despreciable
Mariscal Garithos, por lo que las inmensas fuerzas del Mariscal están al
servicio de Detheroc. Utilizando la habilidad de sus banshees para poseer a los
soldados de Garithos, Silvanas y Varimathras penetran en la ciudad y
rápidamente empiezan a despachar a las fuerzas de Detheroc. Muerto el Señor del
Terror, Garithos ha recobrado la conciencia. Con Balnazzar fuertemente
atrincherado en la Ciudad Capital, Silvanas ofrece una alianza a Garithos. Aunque
éste desacuerda unirse con los repulsivos muertos vivientes, Silvanas le ofrece
entregarle nuevamente la Ciudad Capital una vez que Balnazzar sea destruido.
Ante la inminente oportunidad de alcanzar gloria y fama, el Mariscal acepta,
pero secretamente, Silvanas confiesa a Varimathras el engaño.
El asedio de ambos ejércitos
sobre Lordaeron es impresionante, dada la gran resistencia de Balnazzar, y
muchos soldados caen en la batalla, pero finalmente, el último Señor del Terror
es acorralado. Como examen final para su lealtad, la Dama Oscura ordena a
Varimathras asesinar a Balnazzar, pero es prohibido para un Nathrezim matar a
otro Nathrezim. Ante la insistencia de la Ranger oscura, Varimathras ejecuta a
Balnazzar. Garithos reclama la Ciudad Capital para los humanos, pero Silvanas
muestra sus verdaderas intenciones y ordena a Varimathras matar a Garithos, lo
que este hace con placer. Finalmente, Silvanas proclama que Lordaeron es suyo,
y que ahora en adelante, ella y sus muertos vivientes solamente serán conocidos
como los Forsaken.
Una Sinfonía de Hielo y Fuego – La Ascensión – El Rey Lich
Triunfante
Mientras Sylvanas se hacía con el
poder en Lordaeron, la flota de Arthas desembarcaba en Northrend. En el momento
en que sus tropas se encuentran desembarcando en la Bahía Daggercap, son
repentinamente atacados por jinetes dracohalcones de los Elfos Sanguinarios.
Sorprendido de ver elfos en esas desoladas tierras, Arthas ordena su ejercito.
Durante la batalla, la tierra empieza a temblar, y de las profundidades de un
profundo abismo, una gigantesca criatura semejante a un escarabajo emerge a la
superficie y acaba con los elfos. El guerrero se identifica como Anub’Arak, el
último rey de los nerubians, ahora transformado en un Señor de la Cripta por
los grandes poderes nigromantes de Ner’zhul. Será su guardaespaldas durante la
travesía hasta Icecrown. En ese momento, aparece una figura en medio del
campamento: es Kael’thas, el príncipe de los Elfos Sanguinarios. En efecto,
Kael informa a Arthas de la cercana destrucción del Rey Lich al mando de las
fuerzas combinadas de elfos y naga al mando de Illidan, y Arthas no podrá hacer
nada. Es la venganza de los Altos Elfos por la destrucción de Quel’thalas y
otros insultos.
Kael desaparece, y las fuerzas
del Azote penetran en Northrend. Anub’Arak propone cortar camino penetrando en
el oscuro reino subterráneo de Azjol-Nerub, y Arthas acepta, pero para llegar a
la entrada de las catacumbas, deben vencer a una enorme fuerza de guerreros
naga que guarda la entrada. Ante la constante debilidad del Caballero de la
Muerte, Anub’Arak y Arthas deciden atacar a un dragón azul que vive cerca de la
zona, que no es otro que el poderoso Sapphiron, el sirviente de Malygos, que
durante milenios ha defendido el ancestral cementerio de los dragones, el
Dragonbligth. Tras una gran batalla con Sapphiron, finalmente el dragón cae, y
Arthas, utilizando los poderes nigromantes de Frostmourne, lo anima como un
Frost Wyrm. Con la ayuda de Sapphiron, Arthas y Anub’Arak se abren paso entre
las fuerzas de los naga, y finalmente penetran en el cañón que lleva a las
catacumbas de Azjol-Nerub.
En la entrada hallan otra
sorpresa. Una banda de enanos les cierra el paso. Son los enanos de Muradin
Bronzebeard, a quien Arthas traicionara cuando ambos fueron en la búsqueda de
Frostmourne. Los enanos han permanecido en Northrend desde entonces, al mando
de Baelgun, primer lugarteniente de Muradin, con el objetivo de vengar a su
camarada. Sin embargo, durante su estadía en Northrend, los enanos han
despertado un profundo y terrible mal que duerme bajo la tierra. Arthas y
Anub’Arak, con la ayuda de Sapphiron, derrotan a los enanos y penetran en las
catacumbas.
Una vez dentro de la gruta,
Baelgun ordena dinamitar un valioso puente hacia el interior del Viejo Reino
nerubian. Arthas y Anub’Arak deben dar un gran rodeo por el llamado Reino
Inferior, enfrentándose a los enanos de Baelgun a cada paso y a las ocultas
trampas colocadas antaño por los nerubians durante la Guerra de la Araña.
Derrotado Baelgun por el poder de los héroes muertos vivientes, inician el
ascenso hacia el Reino Superior, donde las fuerzas rebeldes de los nerubians
sobrevivientes se oponen al paso de su antiguo señor. Durante el ascenso, se
encuentran con el peligro que tanto temían los enanos: los Sin Rostro (Faceless
One). Estas monstruosas criaturas con enormes tentáculos, levantados en lo
profundo de la oscuridad de Azjol-Nerub, se constituyen un gran adversario para
Arthas y Anub’Arak.
Luego de muchas vicisitudes, se
enfrentan con el líder de los Sin Rostro, el Olvidado (Forgottem One), una
enorme criatura con miles de tentáculos, gigantesca como una montaña. Arthas y
Anub’Arak luchan con todas sus fuerzas, hasta que logran derrotarlo.
Una vez en el Reino Superior, un
tremendo terremoto produce un derrumbe y ambos héroes son separados. Arthas,
solo, trata de escapar hacia la superficie, perseguido por los malvados Sin Rostro,
que añoran venganza, y cruzando un enorme laberinto de túneles. Finalmente, se
encuentra con Anub’Arak y salen a la superficie, justo en la base de Icecrown.
Horas después, el Azote ha
colocado sus bases cerca del Trono de Hielo. El Rey Lich se comunica
mentalmente con Arthas de nuevo, y le explica que Frostmourne una vez fue parte
del Trono de Hielo, pero que él ordenó retirar la espada con el objetivo de que
Arthas la encontrara y eventualmente le condujera a Icecrown. El hueco dejado
por Frostmourne ha drenado su poder desde ese momento.
Cuatro inmensos obeliscos rodean
Icecrown, y los cuatro deben estar activados para abrir la cámara que conduce
al Trono de Hielo. Del otro lado del glaciar, Illidan y sus fuerzas, los Naga y
Elfos Sanguinarios, se preparan para el ataque final. Illidan promete que este
será el día en que el temible Azote llega a su fin, mientras Arthas decide que
Illidan ya se ha entrometido suficiente en sus planes. Una tremenda batalla
entre las fuerzas de Illidan y el Azote se entabla alrededor de Icecrown.
Continuamente, el control de los obeliscos cambia de manos, pero finalmente, el
Rey Lich concentra todos sus poderes en su campeón, y el Azote resulta
vencedor.
En un último y desesperado
intento por evitar que Arthas ingrese a la cámara del Trono de Hielo, Illidan
se enfrenta cara a cara con el Caballero. Los dos guerreros más poderosos de la
historia de Azeroth, frente a frente, luego de muchas eras. Las Espadas Curvas
de Azzinoth y la poderosa Frostmourne relumbran con cada golpe, pero Arthas,
utilizando todas sus fuerzas, logra herir mortalmente en el estómago a Illidan,
que cae sobre la nieve y rápidamente se desangra.
Con su enemigo vencido, Arthas
procede a ingresar a la cámara. Conforma asciende la congelada escalinata hacia
el Trono de Hielo, la cámara se va destruyendo y cae a su alrededor. Las voces
de sus antiguos amigos y amados, el Rey Terenas, Uther Lightbringer, Muradin
Bronzebeard y el archimago Antonidas, que él ha destruido en nombre del Rey
Lich, acosan su cabeza. Una vez en la cima, la temible armadura de Ner’zhul,
donde su espíritu maligno se halla encerrado, lo confina a romper el bloque de
hielo y completar el círculo. Con un último grito de desesperación, Arthas
incrusta a Frostmourne en el bloque de hielo, que se rompe en mil pedazos y
libera la armadura. Tomando el yelmo de Ner’zhul, que ha caído a sus pies,
Arthas se lo coloca, cual corona, sobre su cabeza. En la profundidad de la
gruta, la tenebrosa voz del Rey Lich resuena como una profecía y una maldición:
“Ahora, somos uno.”
Los destinos de Arthas y del Rey
Lich se han fundido. Sentado sobre el Trono de Hielo, triunfante, el Señor del
Azote, el ser más poderoso jamás visto sobre Azeroth, maquina su siguiente
golpe sobre el mundo…
Viejos Odios – La Colonización de Kalimdor
Primera Parte
Ignorantes de los terribles eventos
que han acontecido en Lordaeron y Northrend, los ejércitos mortales que
lucharon contra la Legión Ardiente en la Batalla del Monte Hyjal, se han
asentado en las inhóspitas y maravillosas tierras de Kalimdor. Thrall, el noble
jefe de la nueva Horda, ha guiado a los orcos hacia la costa donde primeramente
desembarcaron, al Este de los Barrens. Asegurándole una nueva nación donde los
orcos puedan vivir en paz e iniciar el proceso de reconciliación con los
espíritus de la Naturaleza, Thrall ha nombrado a esta tierra Durotar, en honor
a su heróico padre. En un gran cañón cerca de la costa, la gran ciudad guerrera
de Orgrimmar (nombrada así en honor al legendario Orgrimm Dommhammer) ha
empezado a ser erigida, para que los orcos, después de muchas penurias, por fin
tengan un lugar al que llamar hogar.
En las abruptas fronteras
salvajes de Durotar, cerca de la ciudad de Orgrimmar, un Mok’Nathal, conocido
como Rexxar, se lamenta por las continuas guerras en las llamadas “razas
civilizadas” de Azeroth. No está claro cómo Rexxar llegó a Kalimdor, pero por
años, este noble medio orco-medio ogro ha vivido solitario, con la única
compañía de su fiel oso Misha, por lo cual a desarrollado una fuerte empatía
con las fuerzas animales del mundo. Al oír los ruidos cercanos de una batalla,
Rexxar acude prontamente para descubrir el origen de la misma.
Cerca de un despoblado, Mogrim,
un orco explorador de Orgrimmar, ha sido atacado por varios quillboars, los
salvajes hombres-jabalí, y lo han herido mortalmente. Rexxar acude en su
socorro y despacha a los quillboars. Mogrim, en su agonía, se lamenta de no
poder llevar su importante reporte a Thrall, por lo que su honor se verá
manchado. Prometiendo llevar el mensaje para honrar al moribundo, Rexxar parte
hacia Orgrimmar, mientras Mogrim entrega su espíritu a sus ancestros.
Una vez entregado el reporte a
Thrall, el Señor de la Guerra ofrece la hospitalidad de Orgrimmar a Rexxar.
Éste agradece la oferta, pero desea asistir, a modo de agradecimiento, a los
orcos en la construcción de su nación. Para asistir a Rexxar, Thrall asigna a
Rokhan, un Cazador de Sombras, uno de los líderes de la tribu troll de los
Darkspear.
La primera tarea de Rexxar le es
asignada por el viejo chamán Drek’thar, quien necesita crear una poción que
pueda sanar a los guerreros de la Horda en la batalla, pero tal poción requiere
muchas muestras de una planta conocida como shimmerweed. Esta planta,
desafortunadamente, solamente crece en la región de Thunder Ridge, una
peligrosa zona habitada por peligrosos Lagartos del Trueno. Thunder Ridge es
una maravilla ecológica, pero extrañamente, los lagartos se han vuelto
repentinamente más agresivos de lo acostumbrado. Dirigiéndose hacia Thunder
Ridge, Rexxar y Rokhan logran recolectar los especímenes necesarios para la
poción, pero no logra dilucidar la causa de la violencia de las bestias.
Nazgrel, en fiel lugarteniente de
Thrall, ha sido nombrado jefe de seguridad, y envía a Rexxar y Rokhan a
combatir a una banda de Harpías que ataca continuamente las caravanas de suplementos
de la Horda, y recomienda eliminar a la líder de las Harpías, una sanguinaria
criatura llamada Bloodfeather. Combinando sus amplios conocimientos de las
bestias acerca de la cacería, Rexxar y Rokhan localizan a Bloodfeather y la
matan.
Dirigiéndose hacia el sureste,
Gazlowe, el jefe de ingenieros Goblin de Orgrimmar, ha localizado una fuente de
agua fresca para los acueductos de la ciudad, sin embargo, han penetrado profundamente
en los túneles dominados por los Kobolds, siniestras bestias rata, que han
saboteado los acueductos. Con la ayuda de Rexxar y Rokhan, la amenaza Kobold es
contenida.
Completadas estas simples tareas
de exploración, Thrall desea que Rexxar viaje hacia un puesto de observación
orco hacia el este. El líder orco ha recibido informes acerca de inusual
actividad humana en la costa de Durotar. En el puesto de observación, Gar’thok,
lugarteniente de Nazgrel, informa a Rexxar que no ha recibido informes acerca
de actividad humana, pero el Observatorio de la Horda ha sido atacado por un
grupo rebelde de Quillboars. Rexxar y Rokhan se encargan de las bestias. Sin
embargo, descubren que, efectivamente, los humanos han iniciado los
preparativos para una invasión a Durotar.
De regreso en Orgrimmar,
Drek’thar ha descubierto la causa de la violencia de los lagartos trueno: los
humanos han construido un aserradero en Thunder Rinde y han deforestado el
bosque. Abrumado por las noticias acerca de la posible hostilidad humana, Thrall
no puede cree que Jaina Proudmoore, la líder de los humanos en Kalimdor, haya
roto su pacto de no agresión. De regreso en el puesto de Gar’thok, Rexxar
descubre que los humanos han arrasado con el campamento orco, por lo que decide
contraatacar y acabar con los humanos.
Una vez en Orgrimmar, Rokhan
demuestra su preocupación por la suerte de sus hermanos, los trolls Darkspear,
que han ocupado las islas Echo frente a Durotar. Rexxar y Rokhan viajan a las
islas, donde encuentran a Vol’jin, hijo de Sen’jin, nuevo líder de los
Darkspear. Allí, se ven obligados a combatir el bloque que la flota humana a
puesto a las islas trolls. En efecto, Rexxar ha comprobado que el enemigo
corresponde a la poderosa Armada de Kul Tiras, la nación marítima de la
Alianza.
Segunda Parte
Los Darkspear son evacuados al
continente, y Rexxar regresa con Thrall. El líder orco se entera de que los
humanos portan un estandarte cuyo símbolo es un ancla. Thrall no recuerda dónde
había observado antes ese símbolo, pero dice a Rexxar que ha pactado una
reunión secreta con Jaina para discutir la situación. Sospechando una trampa,
Rexxar viaja hacia Razor Hill en lugar de Thrall y, efectivamente, comprueba la
emboscada. Derrotados los asesinos, Rexxar informa a Thrall de la situación.
Thrall decide enviar a Rexxar
hacia la ciudad de Jaina, Theramore, donde los sobrevivientes de Lordaeron han
fundado su nuevo hogar. Cerca de la nueva aldea Darkspear en la costa de
Durotar, Vol´jin ofrece a Rexxar la ayuda de Samuro, un hábil maestro de las
espadas, quien se infiltra en la cercana base humana, y colocando varios
explosivos, logra hacer que Rexxar y Rokhan tomen un barco a Theramore.
Una vez en la ciudad, Rexxar
confronta a Jaina Proudmoore y le reprocha sus actos contra la Horda. Jaina,
sin embargo, se sorprende ante los cuestionamientos de Rexxar y deciden
averiguar el meollo del asunto. De vuelta en tierra firma, descubren que el
campamento humano ha sido arrasado por una tremenda fuerza de guerreros naga.
Luego de acabar con los naga, un soldado moribundo informa a Jaina de que su
padre, el Gran Almirante Daelin Proudmoore, ha logrado encontrarla luego de
muchos viajes por el Gran Mar. El Almirante, luego de la destrucción de
Lordaeron por el Azote, ha navegado por el océano con el objetivo de hallar
signos de sobrevivientes humanos y de su hija. Sorprendida al oír noticias de
su padre, Jaina y sus aliados de la Horda regresan a Theramore.
Una vez en el salón principal del
palacio, son inmediatamente interrumpidos por la llegada de cientos de marinos
de Kul Tiras, dirigidos por el Almirante en persona. El Almirante es reconocido
como un gran héroe de la Segunda Guerra contra los orcos, y se alegra de
encontrar a su hija. Sin embargo, al observar a las bestias que la acompañan,
ordena asesinarlas. Jaina se opone vehementemente, y su padre cree que ha
enloquecido, pero Jaina trata de explicarle la nueva situación con respecto a
la Horda. El Almirante, sin embargo, no puede perdonar los salvajes actos de
los orcos durante las Guerras, e igualmente continuará adelante la operación:
no puede arriesgarse a que los orcos vivan y vuelvan a amenazar a la humanidad.
Rexxar y Rokhan pelean su
libertad ante el ataque de los marinos, y astutamente, se ocultan entre las
calles y canales de Theramore, hasta que logran escapar y vuelven a la
seguridad de Durotar. Vol’jin los espera en la villa Darkspear y les recomienda
viajar hacia las praderas de Mulgore, donde los Tauren de Cairne Bloodhoff se
han asentado y han construido la ciudad de Thunder Bluff. Asegurándose la
alianza de los poderosos Tauren, la Horda tendrá una oportunidad contra la
Alianza.
Rexxar halla a Cairne hundido en
una profunda depresión. El anciano jefe lamenta la captura de su hijo Baine a
manos de los Centauros, por lo que Rexxar se compromete rescatar al joven Bloodhoff.
Con la ayuda del lugarteniente de Cairne, el poderoso Tauren Tagar Windtotem,
Rexxar rescata a Baine, y Cairne decide acompañarlos de vuelta a la aldea
Darkspear.
Allí, Vol’jin a dado asistencia a
un ogro herido. Éste dice pertenecer al clan Stonemaul, el cual ha caído bajo
el poder de un malvado jefe llamado Kol’garr, que lo está llevando a la
autodestrucción. Pensando que los ogros pueden ser útiles en la batalla que se
avecina, Rexxar parte hacia la aldea de los Stonemaul, donde solicita a
Kol’garr su ingreso al clan, por ser él medio ogro. Kol’garr lo obliga a pasar
por el Guantelete, un enorme cañón lleno de bestias, como prueba para ingresar
al clan. Pasada la prueba, Rexxar incita a Kol’garr a ayudar a los orcos contra
la Alianza, pero Kol’garr se niega por considerar inferiores a los orcos. Como
miembro del clan Stonemaul, Rexxar reta a Kol’garr por el poder del clan, y
luego de un gran batalla contra el monstruo, lo vence. Como nuevo líder de los
Stonemaul, Rexxar ordena asistir a la Horda en la batalla.
Thrall agradece a Rexxar el haber
incorporado a la Horda nuevamente a sus antiguos aliados. Una vez reunidos
varios ingredientes para consagrar el estandarte chamanístico de la Nueva
Horda, Thrall solicita a Rexxar que sea su General durante la batalla.
Las fuerzas combinadas de orcos,
tauren, trolls y ogros, asaltan el campamento humano en la costa de Durotar,
expulsándolos de la tierra firme. Sabedor de que el Almirante nunca se detendrá
hasta acabar con los orcos, Thrall ordena la invasión a Theramore. A instancias
de Jaina, promete respetar a las fuerzas de la Guardia que le son leales a la
hechicera. Luego, un asalto sobre el puerto Goblin frente a Theramore les
permite hacerse con varios buques de guerra, con los cuales rompen el bloqueo
de la marina de Kul Tiras.
La Horda desembarca en Theramore
y aplasta a las fuerzas del Almirante, rememorando las viejas batallas de la
Segunda Guerra. Rexxar se enfrenta cara a cara con Proudmoore. A pesar de que
Rexxar trata de convercer al Almirante de que la Horda ya no constituye una
amenaza para los humanos, Proudmoore está convencido de que los orcos nunca
cambiarán y por eso no pueden ser perdonados. Los viejos odios florecen como la
hierba nuevamente. Después de una salvaje batalla contra la guardia de élite
del Almirante, finalmente Daelin Proudmoore, el último héroe de la Alianza vivo
luego de la Segunda Guerra, cae ante el hacha de Rexxar. Perdido su líder, las
tropas de Kul Tiras abandonan la batalla.
Jaina cae ante el cuerpo inerte
de su padre, sin oportunidad de reconciliarse con él. Thrall, Rexxar y la Horda
respetan el dolor de la maga y abandonan Theramore. Una vez en la costa orca,
Thrall ofrece a Rexxar un lugar entre los orcos, pero el Mok’nathal rechaza la
oferta y regresa a las montañas, no sin antes asegurar a Thrall que él siempre
será parte de la Horda y vendrá a ella cuando se le necesite. Rexxar parte de
nuevo hacia las salvajes tierras de Kalimdor, dejando a Durotar seguro, y a
Theramore, tumultuosa. Las puertas de un nuevo conflicto entre la Horda y la
Alianza han sido abiertas.
Nueva Era
Despues de muchos años de la
Batalla del Monte Hyjal y del alzamiento de los Renegados en Azeroth comenzo
una nueva y ultima guerra en Azeroth conformada por la Alianza y la Horda que
combaten por el control de Azeroth, en la primera etapa de la nueva era la
Alianza y la Horda tienes héroes que pelearon contra fuerzas malignas como C
thun un dios antiguo que estaba en Ahh quiraj y Nefarian Señor de la Rocanegra
hijo de Alamuerte en Montaña Roca Regra.
En la segunda etapa los heroes se
adentraron al portal oscuro donde para la alianza conocieron a los draeneis y
la horda conocieron a los elfos de sangre donde conocieron Terrallende lo que
anterior fue Draenor ahi los heroes lucharon contra las fuerzas de la legion
ardiente, los naga y los ogros. Los heroes derrotaron al traidor Illidan
Tempesteria y a sus tenientes como Kaelthas y Lady Vashj se creia que con la
derrota de Illidan todo habia pasado pero no fue cierto Kaelthas casi muerto se
fue a la Isla Queldanas ahi intento que Kiljaden entrara al mundo pero los
heroes lo detuvieron a tiempo antes de que Kiljaden saliera hacia Azeroth.
En la tercera etapa los heroes de
azeroth se fueron a Rasganorte por que Tirion Vadin se prometio acabar con la
plaga despues que la plaga hubiera atacado La capilla de la esperanza de la
luz, en la batalla contra la puerta de colera El gran boticario Putress y
Varimatras atacaron a las fuerzas de la alianza y de la horda combinadas que
fueron diezmadas el rey exanime sobrevivio al ataque de Putres y Varimatras las
fuerzas de la alianza atacaron Entrañas donde mataron a Putres mientras la
Horda a Varimatras la fuerzas de la horda se vieron las caras y se atacaron
pero Lady Jaina lo detuvieron mandando a las dos fuerzas a sus capitales
despues Lady Silvanas recupero Entrañas, paso un tiempo cuando Bran Barbabronce
descubrio Ulduar la ciudad de los titanes el descubrio que dentro de Ulduar
habia un dios antiguo llamado Yogg Saron que planeaba destruir toda la vida
entonces Bran, con la ayuda de los heroes
y el Kirin Tor lo detuvieron despues como dos meses Tirion Vadin y
Darion Mograine atacaron la fortaleza de Arthas la Temible Ciudadela de Corona
De Hielo los heroes al pasar por todos los poderosos sirvientes el final de el
Rey Exanime llego despues de una batalla final los heroes derrotaron al rey
exanime y tambien vieron al nuevo Rey exanime Bolvar Fordragon coronado por
Tirion despues se creia que todo habia pasado pero no fue cierto Halion el
destructor del crepusculo ataco el sagrario Rubi diciendo que el Destructor
llegaria.
Hubo un tiempo de paz hasta que
Alamuerte ataco los continentes de Kalimdor y Reinos del Este aparecieron
nuevas razas los goblin y los huargen los heroes mataron a sus tenientes mas
poderosos como Alkir el señor del viento , Nefarian y Onixia resucitados y
Chogall lider del Culto Crepuscular despues Alamuerte,queria destruir el arbol
del mundo con la ayuda de Ragnaros resucitado y sus poderes aumentados estuvo a
punto de hacerlo pero fue derrotado finalmente en las tierras de Fuego por los
heroes paso un tiempo hasta que Alamuerte atacara el Templo Reposo del Dragon
entonces los heroes ya sabian como derrotar a Alamuerte con el poder del Alma
del Dragon que fue sacado del tiempo en la batalla final contra el Destructor
Tharll usaria el Alma del Dragon para destruira de una vez al Destructor y la
hizo Alamuerte murio pero los aspectos que ayudaron a Thrall habia perdido toda
su inmortalidad y ahora los aspectos ya eran mortales
Pasó un tiempo despues de la
muerte de Alamuerte entonces los ejercitos de la horda y la alianza estaban
igualados entonces descubrieron el nuevo continente Pandaria un continente
nuevo sin explotar ahi conocieron a los pandaren una raza los ejercitos de la
alianza y la horda entraron a pandaria despues de una batalla en el mar los
ejercitos atacaron al otro en el bosque de jade despues conocieron a los
enemigos mas poderosos de los pandaren los Shas los shas eran espiritus
malignos que venian de la ira miedo odio y mas en el bosque de jade conocieron
a uno de los mas poderosos la Duda y asi comenzo el viaje por pandaria que
cambiara la historia de estas dos faciones rebeliones enmistades dioses mogus
mantides zandalari y mas.
Fuente: http://es.worldofwarcraft.wikia.com/wiki/Historia_de_Warcraft