Capitulo I: Mythos

Los titanes y la formación del universo
Nadie sabe cómo comenzó exactamente el universo. Algunos teorizan que una explosión cósmica catastrófica envió a los infinitos mundos a la inmensidad de la Gran Oscuridad; mundos que un día serían el hogar de una maravillosa y terrible diversidad de formas de vida. Otros creen que una única entidad todopoderosa creó el universo. Aunque los orígenes exactos del caótico universo son inciertos, es seguro que una raza de seres poderosos se alzó para traer estabilidad a los distintos mundos y asegurar un futuro seguro para los seres que seguirían sus huellas. Los titanes, colosales dioses de piel metálica de los lejanos confines del cosmos, exploraron el recién nacido universo y se pusieron a trabajar en los mundos que encontraron. Dieron forma a los mundos levantando grandes montañas y excavando profundos océanos. Respiraron y dieron vida a cielos y furiosas atmósferas. Todo fue parte de su plan insondable y a largo plazo para crear orden a partir del caos. Llegaron incluso a dar poder a razas primitivas para cuidar sus obras y mantener la integridad de sus respectivos mundos. Gobernados por una secta de élite conocida como el Panteón, los titanes pusieron orden en cien millones de mundos repartidos a lo largo de la Gran Oscuridad del Más Allá durante las primeras eras de la creación. El benevolente Panteón, que buscaba salvaguardar a estos mundos estructurados, siempre estuvo atento ante la amenaza de los ataques de las viles entidades extradimensionales del Vacío Abisal. El Vacío, una dimensión etérea de magias caóticas que conecta la miríada de mundos del universo, era el hogar de un número infinito de seres demoníacos maléficos cuyo único deseo era destruir la vida y devorar las energías del universo vivo. Incapaces de concebir cualquier mal o perversidad en cualquier forma, los titanes lucharon por encontrar una forma de acabar con la constante amenaza de los demonios.

Sargeras y la traición
Con el tiempo, seres demoníacos lograron entrar en los mundos de los titanes desde El Vacío Abisal y el Panteón eligió a Sargeras, su guerrero más destacado, para combatir en primera línea. Noble gigante de bronce fundido, Sargeras desempeñó su papel durante incontables milenios, buscando y destruyendo a los demonios allí por donde iba. Durante millones de años, Sargeras se enfrentó a dos poderosas razas demoníacas, las cuales se habían propuesto obtener el poder y el dominio sobre el universo físico.
Los Eredar, una raza insidiosa de malignos hechiceros, utilizó la brujería para invadir y dominar diversos mundos. Las razas autóctonas de estos planetas experimentaron mutaciones causadas por los malignos poderes de los Eredar y se convirtieron en demonios.
Si bien los poderes casi ilimitados de Sargeras fueron más que suficientes para derrotar a los malvados Eredar, tuvo grandes problemas generados por la corrupción de las criaturas y al mal que todo lo consume. Incapaz de comprender tanta depravación, el gran titán cayó en una amarga depresión. A pesar de su creciente malestar, Sargeras liberó al universo de la presencia de los brujos, recluyéndolos en un rincón de El Vacío Abisal.
Mientras su confusión y tristeza crecían, Sargeras se vio obligado a luchar contra otro intento del grupo de perturbar el orden de los titanes: los Nathrezim. Esta raza oscura de demonios vampíricos (también conocidos como señores del terror), conquistó varios planetas densamente poblados, poseyendo a sus habitantes y convirtiéndolos en sombras.
Los nefastos e intrigantes señores del terror enfrentaron a todas las naciones entre sí, manipulándolas hasta el odio irreflexivo y la desconfianza. Sargeras derrotó a los Nathrezim fácilmente, pero su corrupción lo afectó profundamente.
Puesto que la duda y la desesperación ensombrecieron los sentidos de Sargeras, perdió toda la fe no solo en su misión, sino también en la visión que los titanes tenían de un universo ordenado. Finalmente, llegó a creer que el concepto de orden era una locura, y que el caos y la depravación eran los valores absolutos del oscuro y solitario universo.
Sus compañeros titanes intentaron persuadirlo de su error y apaciguar su trastorno, pero él no creyó en las afirmaciones optimistas de los titanes, considerándolas engaños y artimañas interesadas. Abandonando a sus compañeros para siempre, Sargeras partió en busca de su propio lugar en el universo. Si bien el Panteón lamentaba su partida, los titanes no podían imaginar hasta dónde llegaría su hermano extraviado.
Cuando la locura de Sargeras había consumido los últimos vestigios de su valiente espíritu, llegó a creer que los propios titanes eran los responsables del error de la creación. Finalmente, decidió cambiar las cosas en todo el universo, creando un ejército imparable capaz de destruir todo el universo físico.
Incluso la forma titánica de Sargeras experimentó una deformación ocasionada por la corrupción que había poseído su otrora noble corazón. Sus ojos, sus cabellos y su barba desprendían fuego, y su piel color bronce se cuarteó, revelando un manantial de furia abrasadora.
En su ira, Sargeras echó abajo las prisiones de los Eredar y los Nathrezim, liberando a los repugnantes demonios. Estas malvadas criaturas se inclinaban ante la inconmensurable furia del titán oscuro y ofrecieron servirle de todas las formas posibles. Entre las filas de los poderosos Eredar, Sargeras eligió a dos campeones para dirigir a su demoníaco ejército de destrucción.
Kil'jaeden el Impostor fue elegido para reclutar a las razas más oscuras del universo y alistarlas en las filas de Sargeras. El segundo Campeón, Archimonde el Rapiñador, fue elegido para dirigir los vastos ejércitos de Sargeras en la lucha contra todo el que se resistiera a la voluntad del titán.
La primera medida de Kil'jaeden fue esclavizar a los vampíricos señores del terror bajo su terrible poder. Los señores del terror actuaban como agentes personales del titán por todo el universo, eligiendo para su maestro razas primitivas susceptibles de ser corrompidas y doblegadas. El primer señor del terror era Tichondrius el Ensombrecedor. Tichondrius era el Soldado perfecto de Kil'jaeden y accedió a propagar el mal abrasador de Sargeras por todos los rincones oscuros del universo.
Archimonde también otorgó poderes a sus propios agentes. Congregando a los malvados señores del infierno y a su bárbaro líder Mannoroth el Destructor, Archimonde preparó una élite de guerra capaz de exterminar todo rastro de vida de la creación.
Cuando Sargeras vio que tenía un ejército poderoso y listo para seguir todas sus órdenes, lo hizo rastrear todos los rincones de la Gran Oscuridad. Llamó a su ejército la Legión Ardiente. Hasta el momento, no se sabe cuántos planetas han sido exterminados por este ejército en su nefasta Cruzada Ardiente por todo el universo.
Los dioses antiguos y el orden de Azeroth
Ignorando la misión de Sargeras de deshacer sus incontables trabajos, los titanes siguieron moviéndose de mundo a mundo, dando forma y poniendo orden en cada uno como creían adecuado. A lo largo de su viaje se encontraron con un pequeño mundo al que sus habitantes llamarían, más adelante, Azeroth. Mientras los titanes se abrían paso por su paisaje primordial, se encontraron con un número de seres elementales hostiles. Estos elementales, que adoraban a una raza de seres infinitamente malvados conocidos como los dioses antiguos, juraron hacer retroceder a los titanes y mantener a su mundo libre del toque metálico de los invasores. El Panteón, preocupado por la inclinación hacia el mal de los dioses antiguos, luchó contra los elementales y sus oscuros amos. Los ejércitos de los dioses antiguos estaban liderados por los tenientes más poderosos de los elementales: Ragnaros el Señor de Fuego, Therazane la Madre Pétrea, Al'Akir el Señor del Viento y Neptulon el Cazamareas. Sus caóticas fuerzas se alzaron sobre la superficie del mundo y chocaron con los colosales titanes. Aunque los elementales eran poderosos más allá de la comprensión mortal, sus fuerzas combinadas no podían detener a los poderosos titanes. Uno a uno, los señores elementales fueron cayendo y sus fuerzas se dispersaron.
El Panteón destrozó las ciudadelas de los antiguos dioses y encadenó a los cinco malvados dioses bajo la superficie del mundo. Sin el poder de los dioses antiguos para mantener sus fogosos espíritus vinculados al mundo físico, los elementales fueron expulsados a un plano abisal, donde deberían luchar unos contra otros por toda la eternidad. Con la salida de los elementales, la naturaleza se calmó y el mundo se dirigía hacia una pacífica armonía. Los titanes vieron que se había contenido la amenaza y comenzaron a trabajar.
Otorgaron fuerzas a varias razas para ayudarlas a dar forma al mundo. Para ayudarlos a excavar las insondables cavernas bajo la tierra, crearon a los terráneos, parecidos a los enanos, a partir de piedra viviente mágica. Para asistirlos a drenar los mares y elevar la tierra del fondo marino, crearon a los inmensos pero amables gigantes marinos. Los titanes durante muchos años movieron y dieron forma al mundo, hasta que al fin quedó un continente perfecto. En su centro, crearon un lago de centelleantes energías. El lago, al que llamaron Pozo de la Eternidad, estaba destinado a ser la fuente de la vida en el mundo. Sus poderosas energías alimentarían los huesos del mundo y darían energía a la vida para que echase raíces en el rico suelo de la tierra. Con el paso del tiempo, plantas, árboles, monstruos y criaturas de todo tipo comenzaron a prosperar en el primordial continente. Cuando cayó el ocaso del último día de su labor, los titanes llamaron al continente Kalimdor: "tierra de eterna luz de las estrellas".
Encomienda a los Vuelos
Satisfechos de que el pequeño mundo hubiera sido ordenado y su trabajo completado, los Titanes se prepararon para marcharse de Azeroth. Sin embargo, antes de marcharse, encomendaron a las mayores especies del mundo, la tarea de vigilar Kalimdor por si cualquier fuerza amenazaba su tranquilidad perfecto. En esa época había muchos vuelos, pero ya había cinco que dominaban a los demás. Fue a estos cinco a los que los titanes encargaron la tarea de ser los pastores del floreciente mundo. Los miembros superiores del Panteón imbuyeron con una porción de su poder a cada uno de los líderes de los vuelos. Estos majestuosos dragones (como se describen más abajo) se llegarían a conocer como los Grandes Aspectos o los Aspectos Dragones. Aman'Thul, el Alto Padre del Panteón, entregó una porción de su poder cósmico al enorme dragón de bronce, Nozdormu, lo hizo para que protegiera el propio tiempo y vigilase el siempre cambiante curso del futuro y el destino. Y así, El estoico y honorable Nozdormu empezó a ser conocido como el Atemporal. Eonar, la Titán patrona de toda clase de vida, le dio una porción de su poder a Alexstrasza la leviatán Roja. A partir de entonces, sería conocida como la Protectora y se dedicaría a salvaguardar a todas las criaturas vivas del mundo. Debido a su sabiduría suprema e ilimitada compasión por todas las cosas vivas, Alexstrasza fue coronada la Reina de los Dragones y obtuvo el mando sobre su raza. Eonar también bendijo a la hermana menor de Alexstrasza, la ágil dragona verde Ysera, con una porción de influencia natural. Ysera cayó en un trance eterno, vinculada al recién nacido Sueño de la Creación. Conocida como la Soñadora, vigilaría la creciente espesura del mundo desde su frondoso reino, el Sueño Esmeralda. Norgannon, el guardián del saber titán y maestro de la magia, le concedió al dragón azul Malygos una parte de su enorme poder. Desde entonces, se lo conocería como el Tejechizos, el guardián de la magia y los arcanos ocultos. Khaz'goroth, el titán que daba forma y forjaba el mundo, le otorgó parte de su amplio poder al poderoso wyrm negro Neltharion. A Neltharion, conocido a partir de entonces como el Guardián de la Tierra, se le dio dominio sobre la tierra y los lugares profundos del mundo. Representaba la fuerza del mundo y era el mayor seguidor de Alexstrasza. Habiendo recibido tal poder, a los Cinco Aspectos se les encomendó la misión de defender al mundo en la ausencia de los titanes. Con los dragones preparados para salvaguardar su creación, los titanes dejaron Azeroth para siempre. Por desgracia, solo era cuestión de tiempo el que Sargeras descubriera la existencia de este mundo recién nacido...
El despertar del mundo y el Pozo de la Eternidad
Diez mil años antes de que los orcos y los humanos se enfrentasen en la Primera Guerra, el mundo de Azeroth estaba formado por un único y enorme continente, rodeado por el mar. Esta masa de tierra, conocida como Kalimdor, era el hogar de numerosas y dispares razas y criaturas, todas compitiendo por sobrevivir a los salvajes elementos del mundo que despertaba. En el centro del oscuro continente había un misterioso lago de incandescentes energías. El lago, que más adelante sería llamado el Pozo de la Eternidad, era el verdadero corazón de la magia y poder natural del mundo. Absorbiendo sus energías de la Gran Oscuridad infinita de más allá del mundo, el Pozo actuaba como una fuente mística, enviando sus potentes energías a todo el mundo para nutrir con vida en todas sus maravillosas formas. Con el tiempo, una tribu primitiva de humanoides nocturnos se abrió paso con cautela hasta las costas del fascinante lago encantado. Los salvajes humanoides nómadas, atraídos por las extrañas energías del Pozo, construyeron casas primitivas cerca de sus tranquilas costas. Con el paso del tiempo, el poder cósmico del Pozo les afectó, haciéndolos más fuertes, sabios y virtualmente inmortales. La tribu adoptó el nombre de Kaldorei, que quiere decir "hijos de las estrellas" en su lengua nativa. Para celebrar el nacimiento de su ciudad, construyeron grandes estructuras y templos alrededor de la periferia del lago.
Los Kaldorei, o elfos de la noche, como serían conocidos más tarde, adoraban a la diosa de la luna Elune y creían que durante las horas diurnas, dormía en las brillantes profundidades del Pozo. Los primeros sacerdotes y profetas elfos de la noche estudiaron el Pozo con una curiosidad insaciable, con la intención de comprender por completo todos sus secretos y poder. A medida que su sociedad crecía, exploraban la amplitud de Kalimdor y se encontraron con sus otros habitantes. Las únicas criaturas que les hicieron parar fueron los antiguos y poderosos dragones. Las grandes bestias serpentinas solían ser solitarias, pero hicieron mucho para salvaguardar las tierras conocidas de amenazas potenciales. Los elfos de la noche descubrieron que los dragones se tenían a sí mismos como los protectores del mundo y estuvieron de acuerdo en que lo mejor era dejarlos a ellos, y a sus secretos, tranquilos.
Con el paso del tiempo, la curiosidad de los elfos de la noche los llevó a conocer y trabar amistad con varias entidades poderosas, y una de ellas era Cenarius, un poderoso semidiós de las tierras boscosas primordiales. El generoso Cenarius se encariñó con los inquisitivos elfos de la noche y pasó mucho tiempo enseñándoles cosas sobre el mundo natural. Los tranquilos Kaldorei desarrollaron una fuerte empatía hacia los bosques vivientes de Kalimdor y se deleitaban con el armonioso equilibrio de la naturaleza.
A medida que iban pasando los aparentemente interminables años, la civilización de los elfos de la noche se expandía, tanto territorial como culturalmente. Sus templos, caminos y asentamientos se extendían por todo el continente oscuro. Azshara, la hermosa y dotada reina de los elfos de la noche, construyó un enorme y maravilloso palacio en la orilla del Pozo, y dentro de sus enjoyados salones vivían sus sirvientes predilectos. Sus sirvientes, a los que llamaba los Quel'dorei o "altonatos", obedecían todas sus ordenes y se creían superiores al resto de su raza. Aunque la reina Azshara era apreciada por igual por todo su pueblo, el resto de elfos de la noche envidiaba y despreciaba en secreto a los altonatos.
Compartiendo la curiosidad de los sacerdotes hacia el Pozo de la Eternidad, Azshara ordenó a los altonatos que descubrieran todos sus secretos y revelasen su verdadero propósito en el mundo. Ellos se encerraron en su trabajo y estudiaron el Pozo sin cesar. Con el tiempo, desarrollaron la facultad de manipular y controlar las energías cósmicas del Pozo. A medida que sus experimentos progresaban, los altonatos descubrieron que podían usar sus poderes recién descubiertos para crear o destruir según su voluntad. Los incautos altonatos se habían topado con la magia primitiva y estaban decididos a dedicarse a dominarla. Aunque estaban de acuerdo en que la magia era inherentemente peligrosa si se usaba de forma irresponsable, Azshara y sus altonatos comenzaron a practicar su hechicería con un temerario abandono. Cenarius y muchos ancianos sabios elfos de la noche les advirtieron de que jugar con las claramente volátiles artes de la magia solo daría como resultado calamidades. Pero incluso entonces, Azshara y sus seguidores siguieron expandiendo tercamente sus florecientes poderes.
A medida que éstos crecían, comenzó a producirse un cambio evidente en Azshara y los altonatos. La arrogante y distante clase alta fue volviéndose cada vez más insensible y cruel hacia sus compañeros elfos de la noche. Un oscuro y profundo paño cubrió la antigua belleza cegadora de Azshara. Comenzó a apartarse de sus amados súbditos y se negó a tratar con aquellos que no fueran sus sacerdotes altonatos de confianza.
Un joven erudito, llamado Malfurion Tempestira, que había pasado gran parte de su tiempo estudiando las primitivas artes de los druidas, comenzó a sospechar que un terrible poder estaba corrompiendo a los altonatos y a su amada reina. Aunque no podía saber el mal que estaba por llegar, era consciente de que los elfos de la noche pronto cambiarían para siempre...
La guerra de los Ancestros
En torno a 10.000 años antes de que tuviera lugar la Primera Guerra de Azeroth entre humanos y orcos, el mundo de Azeroth sólo constaba de un continente, Kalimdor. En el centro de Kalimdor existía un lago repleto de energías incandescentes, este era el Pozo de la Eternidad, una fuente de magia proveniente de más allá de los confines del mundo. El pozo era una fuente de vida.Con el paso del tiempo unos humanoides nocturnos descubrieron el lago, construyeron allí sus casas y con el tiempo el poder del lago les afectó, volviéndoles inteligentes e inmortales. Estos seres se hicieron llamar Kaldorei. Los Kaldorei o elfos nocturnos, como se les llamaría más adelante, adoraban a la diosa Elune, diosa lunar que, creían, dormía en el fondo del lago durante el día.
Trataron de estudiar las magias arcanas de las energías del lago, y mientras crecían, descubrían nuevos territorios de Kalimdor y se encontraron con los Dragones que fueron enviados por los Titanes para proteger Azeroth, criaturas enormes que se habían convertido en guardianes del mundo, y a los que prefirieron no molestar por su inmenso poder.Con el tiempo, los Kaldorei aprendieron de los poderes  del pozo y comenzaron a estudiar la magia arcana. Estos estudios llevó a los Kaldorei a contactar con poderosas criaturas, pero la más llamativa fue el Semidios Cenarius, el semidiós de los bosques, quien se mostró amable con los elfos y les enseñó gran cantidad de cosas sobre la naturaleza. A raíz de esto, los Kaldorei desarrollaron un fuerte afecto por los bosques y la naturaleza (Puede ser notado en los juego de Warcraft). Con el tiempo, algunos elfos nocturnos pensaron que el abuso de la magia podría traerles desequilibrio, pero no fueron escuchados, y los tercos comenzaron a levantar templos enormes, a crear poderosos objetos mágicos y adaptaron el mundo a sus necesidades (la magia arcana). Así, Azshara, quien coronada reina de los Kaldorei, construyó un palacio a orillas del Pozo de la Eternidad. El pueblo de los elfos creció con el tiempo por el continente y llegó un momento en que La Reina Azshara escogió a unos servidores personales que recibieron el nombre de Quel'Dorei (Bien nacidos), por su gran desempeño en la magia arcana, pero esto les llevó a creerse superiores a sus hermanos. El líder de los Quel'dorei, Dath'Remar caminante del sol (Dath'Remar Sunstrider) no tardó en hacerse con las riendas del país, y los Quel'dorei pasaron a ser envidiados en secreto por los demás Elfos Nocturnos (Kaldorei), no pasó así con Azshara que era incluso admirada como la encarnación de la diosa Elune, lo que causó disgusto entre las sacerdotisas de la Luna, en especial con la sacerdotisa Tyrande Susurravientos.
Azshara ordenó a los Altonatos estudiar concienzudamente las energías del Pozo y estos empezaron a desentrañar las energías místicas del pozo, igual que lo hacían los eruditos. Conforme descubrían más poder, podían crear y destruir a su antojo. Con el tiempo empezaron a abusar del uso de la magia, y fueron advertidos por Cenarius de que esto sólo traería problemas, pero sus consejos fueron en vano. Con el tiempo, Azshara y los Altonatos se fueron distanciando de sus hermanos Kaldorei, y una extraña palidez cubrió sus rostros. Malfurion Tempestira (Malfurion Stormrage), un joven erudito y druida aprendiz de Cenarius, percibió que una influencia mágica los había corrompido, y a pesar de que no pudo identificar el origen de este mal, supo que lo cambiaría todo.
La llegada de Sargeras
La irresponsabilidad de los Quel'dorei les costó caro. El abuso de la magia arcana fue detectado, a través del Pozo de la Eternidad, por mentes demoniacas. Sargeras, se lanzó a buscar el origen de la magia empleada. Al descubrir el mundo de Azeroth y ver que allí estaba el pozo de la eternidad, surgió en él el ansia de poder, decidiendo acabar con el mundo de Azeroth y reclamar las fuerzas que Azeroth esconde para sí mismo.
Sargeras se dirigió hacia Azeroth junto a su Legión de Fuego, formada por millones de caóticos demonios provenientes de todos los confines del Vacio Abisal. Archimonde y Mannoroth prepararon sus guerreros  demoníacos y atacaron. Azshara, atraída por el poder mágico de Sargeras, le abrió las puertas a su mundo y los Altonatos, corruptos por la magia arcana lo convirtieron en su Supremo Dios.Para demostrar su lealtad, Azshara y los Quel'dorei abrieron un Portal Mágico en el Pozo de la Eternidad. Cuando todo estuvo listo,  El Poderoso Sargeras comenzó la invasión sobre Azeroth. La Legión Ardiente arrasó con los poblados de los Kaldorei, los demonios invocaron a los Infernales, gigantes de roca negra y llamas verdes que alcanzaron las tierras de Kalimdor como meteoros. Los demonios avanzaron sin excesivos problemas y los elfos nocturnos, aunque defendieron su territorio, se vieron obligados a retroceder ante la Legión Ardiente.
La ayuda de los Ancestros
El Gran Druida Malfurion Tempestira escapó para ayudar a su gente. Su hermano gemelo, Illidan Tempestira, a pesar de no ser un Quel'dorei, aprendió a emplear la magia arcana. El Druida Malfurion convenció a su hermano de que dejara sus prácticas de magia arcana para ayudar a su gente y ambos escaparon junto a la sacerdotisa Tyrande Susurravientos. Ambos hermanos se enamoraron de la bella sacerdotisa Tyrande, pero Tyrande sólo correspondió al Druida Malfurion. Illidan se resintió por esto, pero el dolor de su corazón no tenía comparación frente a su necesidad de magia arcana. Illidan sufría la misma sed de magia que los Quel'dorei y pensó que empleando las mismas energías mágicas contra la Legión De Fuego, podría derrotarla.Illidan' y sus seguidores formaron un grupo de guerreros, conocidos como Cazadores de Demonios. Los Cazadores se cegaban los ojos para poder ver con claridad las auras demoniacas y para emplear todo su potencial mágico contra su enemigo sin ser molestados por la realidad Fisica. El Druida Malfurion nunca perdonó a Illidan por convertirse en Cazador de Demonios, pero a Illidan no le importaba, solo quería impresionar a la sacerdotisa Tyrande Whisperwind.  El Semidios del bosque Cenarius, que se comprometió a ayudar a los elfos nocturnos, pidió ayuda a los dragones guardianes. En poco tiempo Alexstrasza la Protectora atacó a los demonios de la legion ardiente. Cenarius llamó a los espíritus de los bosques, surgiendo los Ancestros y los Treants, hombres árbol. Malfurion, Illidan y Tyrande realizaron un furioso contraataque contra los demonios. Illidan avanzaba a través de los demonios mientras estos caían bajo su aura mágica, que dañaba todo lo que tocaba; hasta que llegó a encararse al demonio Azzinoth, capitán de los ejércitos de demonios, y ambos se enfrentaron. Illidan derrotó a Azzinoth y tomó sus espadas curvas como trofeo, espadas que con el tiempo acabarían siendo una extensión de sus brazos.

El despertar de Alamuerte
Despues de un tiempo de brutales batallas, un terrible acontecimiento cambió los planes. El dragón negro, Neltharión, se volvió loco durante el ataque de la Legión de Fuego. Brotó de él su lado oscuro y se rebautizó como Deathwing (Ala Muerte). El dragón negro traicionó a sus hermanos dragones abandonando la batalla contra la Legion Ardiente dejandolos solos en la batalla. Avergonzados, los demás dragones tuvieron que retirarse.El Druida Malfurion vio como se iban las esperanzas sin sus más grandes aliados, los dragones. Convencido de que el Pozo de la Eternidad era la unión entre el mundo fisico y los demonios, Malfurion decidió que había que destruirlo para siempre. Muchos elfos se horrorizaron ante esto ya que el pozo era el origen de su inmortalidad, no obstante, Tyrande creyó en él y decidió atacar el palacio de Azshara y destruir el Pozo para salvar Kalimdor y prevenir la llegada de Sargeras.

La planificación del ataque al Templo de Azshara
El Gran Druida Malfurion y La Sacerdotisa Tyrande planearon toda la noche para el gran ataque al palacio, luego atacaron el palacio de Azshara tratando de parar la llegada de Sargeras. Pero la Reina Azshara estaba preparada y los guerreros de Malfurion fueron apresados. Tyrande fue capturada y apresada por los Quel'dorei cuando trató de atacarla por la espalda y sufrió graves heridas. Malfurion entró en cólera y se decidió a acabar personalmente con la reina enloquecida. Por sorpresa, el hermano de Malfurion, Illidan apareció, convencido de que la destrucción del Pozo le impediría practicar magia, y avisó a los Altonatos de las intenciones de su hermano. Finalmente, tomó aguas del lago en un frasco, para reclamarlas más tarde para sí mismo. Illidan sabía que los demonios destruirían la sociedad élfica
La gran destrucción del Pozo de la Eternidad en Kalimdor
Azshara, prevenida por Illidan, entabló una batalla épica contra Malfurion, quién estaba dispuesto a vencer o morir. Pero el portal que los Quel'dorei estaban sosteniendo se volvió inestable al ser atacados y esto provocó una terrible explosión de magia arcana. Tan fuerte fue esta explosión que destruyó un 80% de la tierra de Kalimdor, y el Pozo de la Eternidad se colapsó entre los elfos y los demonios, creando asi el gran cataclismo.El colapso del pozo destruyó las bases del mundo y una gran parte de Kalimdor fue tragada por los mares, quedando el continente separado en dos masas de tierra alejadas por un vasto nuevo océano. En el centro de ese nuevo océano surgió una tormenta de energías caóticas, justo donde antaño estuvo el Pozo. Esta tormenta eterna, se llamó el Maelstorm, y ya jamás cesaría
Un nuevo mundo – Azeroth
La Sacerdotisa Tyrande y Malfurion fueron rescatados por El Semidios Cenarius. Ambos guiaron a los elfos nocturnos restantes hacia nuevas tierras para construir un nuevo hogar. Sargeras y la Legión de Fuego, habían sido desterrados por el colapso del Pozo, pero el precio fue terrible. Los elfos nocturnos se dieron cuenta de que habían sobrevivido bastantes Quel'dorei, que se unieron a los elfos nocturnos para buscar un nuevo hogar. Aunque Malfurion no confiaba en ellos, sabía que sin el Pozo no podrían dominar su magia arcana, por lo que no eran una amenaza.
Muchos se alegraron cuando descubrieron que el monte Hyjal y el bosque de Vallefresno (Ashenvale), el hogar de Cenarius considerado como sagrado, había sobrevivido. Buscando un nuevo hogar, Malfurion y los Kal'dorei subieron la montaña y al llegar al valle, encontraron un lago. Uno de los Quel'dorei se lanzó sobre las aguas del lago con gran excitación. Con horror para todos los demás, las aguas del lago rebosaban energía mágica..

El Diluvio del mundo
Sabiendo que, la destrucción del Pozo le impediría volver a usar la magia, Illidan, empujado por su egoísmo, abandonó al grupo y se dirigió a avisar a los altonatos del plan de Malfurion. Debido a la locura en la que había caído por su adicción y el agudo resentimiento hacia la relación de su hermano con Tyrande, Illidan no sintió remordimiento alguno por traicionar a éste y unirse a Azshara y sus seguidores. Illidan había jurado, por encima de todo, proteger el poder del Pozo por cualquier medio necesario.
Destrozado por la partida de su hermano, Malfurion llevó a sus compañeros al corazón del templo de Azshara. Pero cuando asaltaron la sala de audiencias principal, descubrieron a los altonatos en la mitad de su oscura invocación final. El hechizo comunal creaba un vórtice inestable de poder dentro de las turbulentas profundidades del Pozo.
Mientras la ominosa sombra de Sargeras se acercaba más y más a la superficie, Malfurion y sus aliados se apresuraron a atacar. Azshara, al haber recibido el aviso de Illidan, estaba más que preparada para ellos. Casi todos los seguidores de Malfurion cayeron ante el poder de la reina furiosa. Tyrande, intentando atacar a Azshara por detrás, fue cogida desprevenida por los guardias altonatos de la reina. Aunque lo eliminó, sufrió graves heridas a sus manos.
Cuando Malfurion vio caer a su amada, entró en una rabia asesina y se decidió a acabar con la vida de Azshara. Mientras la batalla rugía tanto dentro como fuera del templo, Illidan apareció de entre las sombras cerca de las orillas del gran Pozo. Creando una serie de viales especialmente diseñados, Illidan se arrodilló y llenó cada uno con las brillantes aguas del Pozo. Seguro de que los demonios aplastarían a la civilización de los elfos de la noche, planeaba robar las aguas sagradas y quedarse sus energías para sí mismo. La batalla que tenía lugar entre Malfurion y Azshara hizo que todo el cuidadoso trabajo de los altonatos en su conjuro se volviera caótico.
El vórtice inestable de las profundidades del Pozo explotó y desató una catastrófica cadena de sucesos que destrozarían al mundo para siempre. La descomunal explosión hizo temblar el templo hasta los cimientos y creó una serie de terribles terremotos que desgarraron la tierra. A medida que la horrible batalla entre la Legión y los aliados de los elfos de la noche continuaba alrededor y por encima de la capital en ruinas, el Pozo de la Eternidad se derrumbaba sobre sí mismo hasta colapsarse. La catastrófica explosión resultante destrozó la tierra y borró los cielos.
Mientras los movimientos sísmicos de la implosión del Pozo estremecían los cimientos del mundo, los mares se apresuraron a rellenar la herida que había quedado en la tierra. Cerca del ochenta por ciento de la masa de Kalimdor había sido destruida, dejando solo un puñado de continentes separados rodeando al nuevo y furioso mar.
En el centro del nuevo mar, donde se alzó el Pozo de la Eternidad, había una tumultuosa tormenta de furia oceánica y energías caóticas. Esta terrible herida, conocida como la Vorágine, nunca cesa en su furioso girar. Se convertiría en un recordatorio constante de la terrible catástrofe... y de la utópica era que se había perdido para siempre.
De alguna forma, y contra toda posibilidad, la reina Azshara y su élite de altonatos lograron sobrevivir a tamaña ordalía. Torturados y retorcidos por los poderes que habían liberado, fueron arrastrados bajo las aguas por la implosión del Pozo. Malditos, transformados, adoptaron nuevas formas y se convirtieron en los odiosos y serpentinos naga.
La propia Azshara se expandió con el odio y la rabia, convirtiéndose en una enorme monstruosidad, que reflejaba la locura y la malicia que siempre habían estado ocultas en su corazón. Allí, en las profundidades de la Vorágine, los naga construyeron su nueva ciudad, Nazjatar, desde la que reconstruirían su poder. Pasarían diez mil años antes de que mostrasen su existencia al mundo de la superficie.
El Monte Hyjal y el obsequio de Illidan
En la nueva costa del destruido continente, dos cuerpos yacen inconscientes sobre la arena. Tyrande lentamente despierta, aún aturdida por la terrible explosión del Pozo de la Eternidad. Sobresaltada por la imagen de la muerte de su amado, se abalanza sobre el cuerpo de Malfurion quien, agotado por la lucha, se halla a su lado. Por la gracia de Elune habían sido salvados de la hecatombre. Sobre uno de los riscos de la costa, el semidios Cenarius le sonreía a la sorprendida sacerdotisa, quien aún no comprendía que su poderoso amigo les había rescatado de una muerte segura.
Los pocos elfos nocturnos que habían sobrevivido a la horrible explosión se habían reunido cerca de la costa. Los agotados héroes decidieron guiar a sus compañeros sobrevivientes para establecer un nuevo hogar para su pueblo. Aunque Sargeras y la Legión habían sido desterrados del mundo por la destrucción del Pozo, Malfurion y los suyos observaron el terrible costo de la victoria.
Entonces se dieron cuenta de que muchos de los Bien Nacidos habían sobrevivido al cataclismo. Ellos hicieron su camino por las riberas de la nueva tierra con los otros elfos nocturnos. Aunque Malfurion desconfiaba de las motivaciones de los Bien Nacidos, estaba seguro de que no serían una amenaza sin las energías del Pozo.
Para alegría de los elfos nocturnos, descubrieron que la montaña sagrada, Hyjal, había sobrevivido a la catástrofe. Buscando establecer un nuevo hogar para ellos mismos, Malfurion y los elfos nocturnos escalaron las faldas de Hyjal, hasta el valle allende el monte. Al descender al valle, entre los enormes picos de la montaña, encontraron un pequeño y tranquilo lago. En ese momento, uno de los Bien Nacidos se lanzó sobre las aguas con alegría indescriptible. Para horror de todos, las aguas del lago rebozaban de magia.
Illidan, que había sobrevivido al Ocaso, había llegado a Hyjal mucho antes que Malfurion y los elfos. En su locura por mantener fluyendo la magia en el mundo, Illidan había vaciado sus frascos con las preciosas aguas del Pozo de la Eternidad, en el lago de la montaña. Las potentes energías del agua rápidamente había formado un nuevo Pozo de la Eternidad. El exultante Illidan, creyendo que su nuevo Pozo era una ofrenda para las futuras generaciones, se vio contrariado cuando Malfurion le lanzó sobre el suelo. Malfurion le dijo a su hermano que la magia era innatamente caótica y que su uso inevitablemente llevaría a la corrupción y el sufrimiento. Sin embargo, Illidan se negó a abandonar sus poderes mágicos, y una vez más, el conflicto surgió entre los gemelos.
Sabiendo que la tendencia de Illidan a irrespetar los esquemas lo llevaría a romper las reglas, Malfurion decidió acabar de una vez por todas con la locura de poder de su hermano. Con la ayuda de Cenarius, Malfurion encerró a Illidan en una basta prisión bajo la superficie, las Tálamos Profundos, donde su apetito de poder se consumiría hasta el final de los tiempos. Para asegurar la prisión de su hermano, Malfurion encargó a una joven Guardiana, Maiev Shadowsong, para ser la carcelera personal de Illidan. Cenarius, a su vez, encomendó a uno de sus hijos, Califax el Guardián del Bosque, de asistir a la Guardiana en la custodia de Illidan durante las edades por venir.
Considerando que la destrucción del nuevo Pozo podría provocar una nueva catástrofe, los elfos nocturnos resolvieron no tocarlo. Sin embargo, Malfurion declaró que nadie volvería nunca a practicar de nuevo las artes mágicas. Bajo el ojo vigilante de Cenarius, los elfos comenzaron a estudiar las antiguas artes del druidismo con el propósito de sanar la tierra y hacer crecer de nuevo sus amados bosques en las faldas del monte Hyjal.
El Árbol del Mundo y el Sueño Esmeralda
9000 años antes de la Primera Guerra
Durante muchos años, los elfos de la noche trabajaron sin descanso para reconstruir lo que pudieron de su antigua tierra natal. Dejando que la foresta cubriera sus templos rotos y sus caminos, construyeron sus nuevos hogares entre los verdes árboles y sombrías colinas de la falda de Hyjal. Con el tiempo, los dragones que habían sobrevivido al gran Diluvio emergieron de sus moradas secretas.
Alexstrasza la roja, Ysera la verde y Nozdormu el broncíneo descendieron sobre los tranquilos claros de los druidas y observaron los frutos del trabajo de los elfos de la noche. Malfurion, que se había convertido en un archidruida de inmenso poder, dio la bienvenida a los poderosos dragones y les habló sobre la creación del nuevo Pozo de la Eternidad. Éstos se alarmaron al escuchar las oscuras noticias que especulaban con la idea de que mientras hubiera un Pozo, la Legión podría volver un día y asaltar al mundo de nuevo. Malfurion y los tres dragones hicieron un pacto: mantener a salvo al Pozo y asegurarse de que los agentes de la Legión Ardiente nunca encontrasen su camino de vuelta al mundo.
Alexstrasza, la Protectora, colocó una bellota encantada en el corazón del Pozo de la Eternidad. La bellota, activada por las poderosas aguas mágicas, brotó hasta ser un árbol colosal. Las fuertes raíces del árbol crecieron en las aguas del Pozo y su copa parecía llegar hasta el techo del cielo. El inmenso árbol sería un símbolo eterno del lazo de los elfos de la noche con la naturaleza y con el paso del tiempo sus energías vitales se expandirían y acabarían curando al resto del mundo. Los elfos de la noche llamaron a su Árbol del Mundo Nordrassil, que significa "la corona de los cielos" en su idioma.

Nozdormu, el Atemporal, colocó un encantamiento en el Árbol del Mundo para asegurarse de que mientras el árbol siguiera en pie, los elfos de la noche no envejecerían ni caerían presa de la enfermedad o la debilidad.
Ysera, la Soñadora, también encantó el Árbol del Mundo, uniéndolo con su propio reino, la dimensión etérea conocida como el Sueño Esmeralda. El Sueño Esmeralda, un mundo enorme y en constante cambio, existe fuera de los límites del mundo físico. Desde el Sueño, Ysera regulaba el flujo de la naturaleza y el camino evolutivo del mundo. Los druidas elfos de la noche, incluido el propio Malfurion, estaban unidos al Sueño mediante el Árbol del Mundo. Como parte del pacto místico, los druidas aceptaron dormir durante siglos seguidos, para que sus espíritus pudieran vagar por las infinitas sendas de los sueños de Ysera. Aunque los druidas estaban apenados por la idea de perder tantos años de su vida hibernando, aceptaron desinteresadamente cumplir el trato con Ysera.
El exilio de los elfos nobles
A medida que pasaban los siglos, la nueva sociedad de los elfos de la noche se fortaleció y expandió a lo largo del floreciente bosque al que llamarían Vallefresno. Muchas de las criaturas y especies que abundaban antes del Gran Diluvio, como los fúrbolgs y los jabaespines, reaparecieron y repoblaron la tierra. Bajo el benevolente liderazgo de los druidas, los elfos de la noche disfrutaron de una era de paz y tranquilidad sin precedente bajo la estrellas.
Sin embargo, muchos de los altonatos supervivientes comenzaron a inquietarse. Al igual que Illidan antes que ellos, cayeron víctimas del abandono por la pérdida de sus poderes mágicos. Se vieron tentados a utilizar las energías del Pozo de la Eternidad y regocijarse con sus prácticas mágicas. Dath'Remar, el impetuoso y franco líder de los altonatos, comenzó a mofarse de los druidas públicamente, llamándolos cobardes por negarse a usar la magia, que según decía, era suya por derecho. Malfurion y los druidas rechazaron sus argumentos y les advirtieron a los altonatos que cualquier uso de la magia podría penarse con la muerte. En un intento insolente y destinado al fracaso de convencer a los druidas de derogar su ley, Dath'Remar y sus seguidores liberaron una terrible tormenta mágica sobre Vallefresno.
Los druidas no se atrevieron a ejecutar a tantos de su raza, por lo que decidieron exiliarlos de sus tierras. Dath'Remar y sus seguidores, encantados de librarse al fin de sus conservadores primos, subieron a bordo de varias naves especialmente diseñadas e izaron velas hacia el mar. Aunque ninguno sabía qué les esperaba más allá de las aguas de la Vorágine, estaban ansiosos por crear su propia nación, donde podrían practicar la magia con impunidad. Los altonatos, o Quel'dorei, como Azshara los había bautizado en el pasado, acabaron llegando a la costa de la tierra oriental que los hombres llamarían Lordaeron. Planeaban construir su propio reino mágico, Quel'Thalas y rechazaron los preceptos de los elfos de la noche de adoración lunar y actividad nocturna. A partir de entonces, y para siempre, abrazarían el sol y se les conocería únicamente como elfos nobles.
Las Centinelas y la gran vigilia

Con la marcha de sus descarriados primos, los elfos de la noche dirigieron su atención de vuelta a la protección de su encantada tierra natal. Los druidas, sintiendo que su tiempo de hibernación se acercaba, se prepararon para dormir y dejar a sus seres queridos y familias atrás. Tyrande, que se había convertido en la suma sacerdotisa de Elune, le pidió a su amado, Malfurion, que no la abandonase por el Sueño Esmeralda de Ysera. Pero éste, obligado por su honor a entrar en las cambiantes sendas del sueño, se despidió de la sacerdotisa y le juró que nunca estarían separados mientras fueran fieles a su amor. Quedándose sola para proteger Kalimdor de los peligros del nuevo mundo, Tyrande reunió a una poderosa fuerza de combate de entre sus hermanas elfas de la noche. Estas altamente entrenadas y valientes mujeres guerreras, que se dedicaban a la defensa de Kalimdor serían conocidas como las Centinelas. Aunque preferían patrullar los sombríos bosques de Vallefresno por sí solas, tenían muchos aliados a los que podían acudir en tiempos de necesidad. El semidiós Cenarius estaba cerca, en los Claros de la Luna del Monte Hyjal. Sus hijos, conocidos como los Guardianes de la Arboleda, vigilaban de cerca a los elfos de la noche y a menudo ayudaban a las Centinelas a mantener la paz. Incluso las dríades, las tímidas hijas de Cenarius, aparecían con creciente frecuencia. La tarea de vigilar Vallefresno mantuvo ocupada a Tyrande, pero sin Malfurion a su lado, conoció poca alegría. Mientras los largos siglos pasaban y los druidas dormían, sus temores a una segunda invasión demoníaca crecían. No podía quitarse de encima la sensación de que la Legión Ardiente podía estar todavía ahí fuera, más allá de la Gran Oscuridad del cielo, planeando su venganza con los elfos de la noche y el mundo de Azeroth.

Fuente: http://es.worldofwarcraft.wikia.com/wiki/Historia_de_Warcraft


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